«Haberlos haylos», en parques, recreativos, bares y fiestas, pero los «Ninis», aquellos jóvenes que ni estudian ni trabajan, no son demasiados, ni todos se rigen por un mismo perfil. Desde los adolescentes que viven con sus padres y no ayudan ni a poner la mesa, hasta los que, al menos, hacen tímidos intentos de buscar un puesto de trabajo o continuar con su formación. La zamorana Lucía Santos es una de las representantes de los casos menos agudos. Con el título de la ESO en la mano, pero con un año de parón en su vida laboral y académica, Lucía se plantea hacer algún curso con vistas a que le sirva para un futuro trabajo. Los sociólogos lo tienen claro, los jóvenes reciben hoy muchas influencias y se pierden en la marea de discursos, «están muy solos».

Lucia Santos no suele tener saldo en el móvil, toma como mucho dos cafés al día, no tiene Internet y fuma cuando puede.

Esta joven zamorana de 19 años que se engloba bajo el nuevo calificativo de generación «nini», de los que ni estudian ni trabajan, lleva más de un años sin hacer ni una cosa ni la otra y pasa los días entre el bar y la casa que comparte con su novio. «Tampoco tengo dinero para más, porque hay otros «ninis» a los que sus padres les pagan todo y no les falta de nada, pero yo, que no vivo con ellos, a veces no tengo ni para comer», se lamenta Lucía, que sin embargo no ha repartido muchos currículums en todo este tiempo y no tiene muy claro aún lo que espera de la vida. «¿La verdad?, me veo con la ropa rota, sin dinero y pidiendo en la calle para poder comer», asegura la joven. Lucía Santos, a diferencia de muchos de los integrante de la generación «Nini» sí ha logrado obtener el título de la ESO, y también ha completado un módulo de fotografía y comenzó otro de farmacia, aunque este último no lo llegó a terminar, «llegue a hacer prácticas en una farmacia, pero los jefes y yo no éramos compatibles, además había que madrugar mucho, me sienta fatal madrugar, eso no va mucho conmigo», sentencia.

A la vista de que los acontecimientos no mejoran y la vida sin un respaldo económico es dura y monótona, Lucía ya está pensando en hacer un curso para desempleados, «estoy mirando para hacer uno de cocina». Ante la pregunta de si trabajar en el sector de la hostelería sería un futuro laboral acorde con sus expectativas, la respuesta es rápida, «hombre, trabajar en cocina no estaría mal y por fin ganaría algo de dinero», señala.

La palabra utilizada para designar a estos jóvenes, «nini» es un concepto nuevo, que ya se ha instaurado en el vocabulario habitual de la sociedad, para englobar a todos aquellos jóvenes que ni estudian ni trabajan, ni están preocupados por ello. Además, se les caen los anillos si se habla de hacer la cama, fregar los platos o hacerse un huevo frito. No es el caso de Lucía Santos, que se encarga de la casa que comparte con su novio, cocina, limpia y lava, «no me queda otro remedio».

Para los sociólogos, la generación «Nini» tiene su explicación en la pérdida de valores que sufre la juventud. «Hoy en día la que construye a las nuevas generaciones no es la familia, las costumbres y la escuela, sino que tienen otros centros muy importantes con discursos nuevos y con enorme poder, como son los medios de comunicación, la música, la exterioridad urbana o la globalización, de donde se nutren y donde se pierden en el continuo magma de ideas de una sociedad en decadencia», explica el sociólogo Octavio Uña, que además acredita más de 50 años al lado de los jóvenes, viendo pasar y cambiar las generaciones desde su visión como docente. Pero, según Uña, la culpa no es en exclusiva de los adolescentes, «la juventud es buena gente, pero están muy solos y no hay que dejar de transmitirles los valores tradicionales como la bondad o la justicia, porque hay que mantenerlos hoy como ayer. Los espejos a lo largo del camino son muchos y muy variados, como decía Stendhal», sentencia el sociólogo.

Para Lucía Santos la vida no es fácil y en sus retos de futuro se encuentra encontrar un trabajo y "poder llevar una vida normal". Los valores tradicionales que apuntan los sociólogos no le faltan a Lucía, que está dispuesta a adaptarse a cualquier plan laboral que le tenga preparado el futuro, "así no se puede vivir, hay que ponerse a trabajar para salir adelante", señala.

Conscientes o no, culpables o no tanto, la generación «Nini» ha venido para quedarse, y es cada vez más común encontrar adolescentes a los que «no se les da bien estudiar», pero tampoco encuentran un trabajo. Parece que las crisis, económicas o de valores, son las culpables de todos los males.