«Un Cristo orando a la vida, orando a la tentación. Un Cristo orando hoy día a las víctimas y los conflictos. Un Cristo orando a la crisis. Un Cristo orando el riesgo que significa poner, sobre el tapete de la vida, la entrega de sí mismo por los otros. Un Cristo espléndido, que bebió el cáliz amargo, sin fuerzas, sin nadie, ante la incomprensión. Con sus labios apagados en la oscuridad de la angustia, en nuestra propia soledad cotidiana de sentirnos agobiados, en la noche de la traición, de los solos solitarios, temblándonos el corazón de dolor y de miedo». El pasaje transcrito, inspirado en el paso del «Huerto de los Olivos», es la reproducción textual de un fragmento del pregón pronunciado por el poeta Jesús Losada en el Teatro Fígaro -o el «Marsillach» de toda la vida- de Madrid. Consciente de la dificultad de aportaciones originales en las citas pregoneras, constreñidas al guión del anuncio de la Semana Santa Zamorana, el orador se curó en salud acudiendo a una cita: «todo está ya dicho pero como nadie atiende es preciso repetirlo». Sin embargo, Losada logró hacer llegar un impactante mensaje valiéndose de la maestría en el manejo de la prosa poética, su profundo conocimiento de la Semana Santa capitalina -y de la provincia- y su acertado ejercicio de actualización, de hacer contemporánea la teología de hace veinte siglos a nuestros días. A pesar de las precauciones del pregonero el resultado fue ciertamente original y muy del agrado de las aproximadamente 400 personas que componían el auditorio, entre los que se encontraban el presidente de la Junta Pro Semana Santa, Pedro Julián, la consejera de Administración Autonómica, Isabel Alonso, el delegado de la Junta, Alberto Castro, el presidente de la Diputación, Fernando Martínez Maíllo, la alcaldesa de Zamora, Rosa Valdeón, la subdelegad del Gobierno, Pilar de la Higuera o el presidente de la Casa de Zamora en Madrid, Juan Antonio Barrio.

Losada construyó un pregón secuencial, desde los inicios traslado Nazareno de San Frontis al Domingo Resurrección, en el que junto con las imágenes, esencias, olores y sabores fundamentales convivía el tono social. En la referencia al paso de la Despedida el poeta se refirió al hijo tiene que emigrar de Zamora a otras tierras; la figura de color que sostiene la jofaina con la que Pilatos se lava las manos trajo a colación a los inmigrantes; el sonido del Merlú en las Tres Cruces a las cercanas estaciones de trenes y autobús que simbolizan el viaje sin retorno de muchas gentes de esta zona a tierras lejanas.

Incorporó Losada sus vivencias personales con el recuerdo de las «angostas callejuelas de Benarés, la ciudad santa de los hindúes, cuando trasladan el parihuelas de bambú a sus muertos» que incineran y cuyas cenizas arrojan al río. «Allí en esta ciudad, tan querida para mí, la muerte recorre las esquinas de sus calles más estrechas. En Zamora también recorremos otras calles y otras cuestas que a veces nos conducen hasta ese río que nos cruza por mitad de la ciudad del tiempo y de la vida».

El pregón de Jesús Losada constituyó el broche de oro a un fin de semana en el que la Pasión zamorana se hizo fuerte en Madrid. Porque la representación de «La Mañana» que se celebraba el sábado en el Teatro Alcázar de Madrid, con asistencia de unas 300 personas, entre ellas la alcaldesa, Rosa Valdeón, el presidente de la Junta Pro Semana Santa, el de Jesús Nazareno, Eduardo Pedrero y una amplia representación de la Casa de Zamora en Madrid. La Banda de Música «Maestro Nacor Blanco» y la Banda de Cornetas y Tambores de La Congregación consiguieron trasladar la emoción de la madrugada del Viernes Santo zamorana a la capital de España, en esta ocasión también con las sopas de ajo que se sirven en el descanso de las Tres Cruces. El acto constituyó todo un éxito.