Censura, política y religión se mezclan en este pasaje histórico de la Zamora de principios del siglo XX, cuando el debate sobre escuela laica sí, escuela laica no, ocupaba una parte importante de las noticias en las páginas de los periódicos de aquellos tiempos, hace hoy cien años. En la capital, el asunto de la religión en la enseñanza saltó del papel impreso a las manos, provocando un incidente entre los directores de los dos diarios representativos de la provincia, El Correo de Zamora, dirigido por Luis Chaves Arias y el Heraldo de Zamora, con Enrique Calamita a la cabeza.

«Se dirigía nuestro director a su casa por la acera próxima al urinario que hay junto a San Juan, en compañía del joven abogado don Agustín Pérez Piorno, cuando oyó decir casi a su espalda, "oiga usted", y en el mismo momento, sin haber tenido tiempo de volver la cabeza ni sacar las manos de los bolsillos del abrigo, sintió un golpe en el ala del sombrero, que hizo caer éste al suelo. Entonces se enteró que era el director del Heraldo de Zamora». Así firmaba el autor de la noticia, un tal A. F. C., el 16 de marzo de 1910, sobre el suceso ocurrido entre los directores de medios políticamente opuestos.

La contestación de Calamita no se hizo esperar, y el periódico del día siguiente hacía alusión a la información sobre el suceso, que el director del Heraldo no negó, es más, aseguró que «le di la contestación única que merece semejante tipo, pero cara a cara y frente a frente, la misma que continúo dispuesto a repetir» explicó Calamita. Sus razones fueron que El Correo de Zamora no había informado con veracidad sobre un mitin antilaicista organizado en Astorga, que para unos fue un éxito, y para los contrarios un fracaso, «plenamente confirmado al día siguiente por los colegas de la corte, leoneses, y hasta astorganos; pero, sin duda, el redactor, de El Correo de Zamora, no se atrevió a desmentirla y se permitió censurarnos y hasta poner en tela de juicio la certeza del despacho telegráfico», publicaba El Heraldo hace un siglo.

La polémica estaba servida, El Correo de Zamora, periódico carlista, tradicionalista y católico velaba por la «libertad de los maestros católicos, cuyo deseo ferviente es educar siempre a la niñez en los santos principios que nos enseñaran nuestras madres», mientras que por el flanco contrario, El Heraldo de Zamora, liberal, republicano y laico, se postulaba del lado opuesto al de las doctrinas religiosas en los colegios.