«Serio y seco». Así definió Pilar Cisneros, periodista zamorana y presentadora del acto junto a Javier Hernández, el carácter zamorano. Y así fue ciertamente el acto oficial en el auditorio. Serio, seco y frío, con una grada que tomaba temperatura conforme fueron llegando los invitados que terminaron por abarrotar las localidades. Serio y seco, pero no exento de momentos brillantes. Buena parte de ellos relacionados con quienes se llevaron una porción importante de los halagos del día: los distinguidos por los premios «Tierras de Zamora».

A quienes intervinieron en representación de los demás —el protocolo impedía las palabras de todos—, el atril les pasó factura. Lo hizo con el presidente de la Casa de Zamora en Madrid, Juan Antonio Barrio, quien aceleró su discurso, visiblemente emocionado por la envergadura que había tomado el evento. Pero la emoción también le jugó una mala pasada a Román Rodríguez Casas, premio «Zamorano en la diáspora». «Nunca pensé cuando salí de Zamora hace tantos años que iba a recibir este premio», reconoció el responsable de la Hermandad Zamorana de Empresarios, quien añadió que «premios hay muchos, pero que se llamen Tierras de Zamora, sólo hay uno». El presidente de MMT reconoció que «espero ser merecedor de este galardón, que me a trabajar más todavía en el futuro», al tiempo que reclamó protagonismo para los empresarios zamoranos en Madrid.

Con el secretario del jurado, Juan Andrés Blanco, a la lectura del fallo, sólo dio tiempo para la intervención de Domingo Dacosta, premiado en la categoría «Solidaridad». Si a sus precedesores ante el micrófono la emoción les quebró la voz, al ex director de Cáritas, que comenzó con un profundo tono sacerdotal, el atril le dejó sin palabras y le obligó a interrumpir su discurso de agradecimiento. A lo largo de doce minutos, Dacosta se permitió la ironía de «recriminar» a Ruiz Gallardón que Cáritas no ocupara en Madrid los primeros puestos por número de trabajadores, lugar que ocupa Zamora. «Algo habrá hecho mal el Ayuntamiento», bromeó Dacosta ante las risas del público. Lejos de protagonizar una intervención dulce, Dacosta elevó el tono para exhortar a los zamoranos a cambiar el rumbo de la provincia. «Debemos renunciar a ser los últimos», aclaró el ex director de Cáritas, quien, tal vez, dio en el clavo de los males zamoranos. «Quizá nos falta imaginación, carecemos de ilusión y nos da miedo pronunciar el verbo arriesgar», pronunció Dacosta con un vigor insólito.

Poco antes, con un «todos tenemos derecho a vivir» reclamó la atención a la labor de Cáritas. «He recogido el premio porque es para la organización, si hubiera sido para mí, habría rehusado», reveló. Recordó los 230 trabajadores de la institución, «mientras que cuando llegamos en 1985, no había ninguno». El hecho de que el resto de los distinguidos no acudiera a la cita con el micrófono, no significa que cayeran en la indiferencia. Todos los discursos ensalzaron al músico Miguel Manzano, al deportista Emilio Merchán y a la empresa cooperativista Gaza.

Unanimidad y aplausos

No hubo duda. Los cinco galardonados contaron con el consenso de los asistentes y de las autoridades, que no faltaron de ninguna de las menciones. Tras el acto, en un pasillo abarrotado, todos recibían la enhorabuena de sus conocidos y amigos. Como Miguel Manzano, quien reconoció que «me da pena que no haya más premios, porque hay mucha gente que se los merece».

Manzano recordó que fue la música la que le puso una sonrisa al acto, «y eso que no hay palabras, como las que cantamos nosotros». Por su parte, José Luis Calvo, el gerente de Gaza, reveló que «este premio nos viene fenomenal, porque sabemos que los barrios de zamoranos en Madrid son los que más consumen nuestra leche y estamos intentando introducirla de manera más importante». Y por último, Emilio Merchán, quien no paró de recibir halagos, asumió que «este premio me ayuda a conseguir nuevos retos, pero sobre todo, a mantener el nivel que he conseguido con los últimos títulos».