Julio Martín Gago afronta su segundo mandato al frente de la Asociación de Empresarios del Transporte de Mercancías de Zamora (Asetramdiza), tras ser reelegido recientemente en el cargo en un momento especialmente convulso para el sector, que no atraviesa sus mejores momentos como consecuencia del descenso del volumen de trabajo originado por la crisis.

—Tras ser reelegido presidente de Asetramdiza, ¿cuáles van a ser las prioridades de su segundo mandato?

—Las directrices van a seguir siendo más o menos las mismas que hasta ahora. Vamos a seguir formando parte de las confederaciones nacionales del sector, tanto de la CEM como de Conetrans, y de la regional Cetracal. Una de las principales novedades va a ser el cambio de sede, ya que nos trasladamos desde la calle El Santo a las Tres Cruces. También estamos pendiente de la negociación con el Ayuntamiento sobre la ampliación del centro de transportes.

—¿En qué situación se encuentra ese proyecto de ampliación del centro de transportes?

—Estamos pendientes de la aprobación del Plan General de Ordenación Urbana porque de momento no se ha empezado a construir nada en la ampliación del polígono de la Hiniesta. Para nosotros la ampliación del centro de transportes es muy necesaria y con ella contaremos con 10.000 metros más de superficie con la que se podrá hacer frente al problema de saturación que sufre el centro durante los fines de semana. A diario quedan plazas desocupadas porque hay muchos camiones trabajando fuera por lo que no se da ese problema, pero los fines de semana las 90 plazas del centro están cubiertas y hay camiones que se ven obligados a estacionar en las calles de la ciudad.

—¿El sector sigue sufriendo los estragos de la crisis o ya se empiezan a ver síntomas de recuperación?

—Lejos de mejorar, la situación cada vez es peor e incluso es crítica e insostenible. El único colchón que tenemos ahora mismo es la obra pública, de la que depende cerca del 50% del trabajo que realizamos muchos transportistas. Lo que nos preocupa es que cuando se acaben esas obras el panorama volverá a ser bastante negro porque la edificación de viviendas tocó techo y ya no se va a recuperar. Esto supone que será imposible mantener a todas las empresas que se montaron aprovechando el boom de la construcción. El problema también ha sido la facilidad para conseguir tarjetas de transporte, que antes había que pagar pero que ahora se obtienen gratuitamente, pero yo creo que el mercado se va a reajustar por sí mismo.

— ¿Cuándo cree que se verá la luz al final del túnel?

—Ahora en verano se ha recuperado un poco la situación porque siempre hay algo más de movimiento, pero hacia el mes de octubre volverá a empeorar y hasta bien entrado el 2010 no veremos un horizonte de recuperación, por lo que hay muchas empresas de transporte que van a caer, sobre todo las de pequeño tamaño. De hecho aquí en Zamora ya han cerrado algunas, aunque prefiero no dar nombres.

—El Gobierno ha anunciado que la manipulación de los tacógrafos va a pasar de ser una infracción administrativa a un delito, ¿qué le parece esta medida?

—A mí me parece muy bien porque la ley hay que cumplirla y quien no lo haga que la pague, aunque yo tampoco creo que haya muchos casos de manipulación porque es un tema que está muy controlado. Con lo que no estoy de acuerdo es con el baremo sancionador descomunal que sufrimos y que para mí responde más a un afán recaudatorio que al de imposición de multas. Me parece bien que se sancione pero dentro de unos límites porque en otros países como Portugal y Francia las multas no son tan exageradas como las que tenemos en España. Se han dado casos dentro de la asociación de socios que han tenido que pagar hasta 6.000 euros de multa, una cantidad del todo desorbitada que resulta muy difícil de pagar y más aún teniendo en cuanta la situación actual.

—¿Cuáles son las principales causas de infracción por las que son multados los camioneros?

—De cualquier tipo, a lo mejor por exceso de peso o por cualquier otro motivo, pero en la mayor parte de los casos no son infracciones que se realicen a mala fe, sino que más que nada se deben a descuidos.

—¿Se siguen dando casos de jornadas excesivas al volante o ya se han restringido por completo?

—Yo creo que no porque con los tacógrafos todo eso ya está muy controlado.

—Los transportistas se han quejado en ocasiones de haberse obligados a asumir funciones que no les corresponden como la carga y la descarga de mercancías, ¿ese problema lo sufren los camioneros zamoranos?

—Yo personalmente nunca lo he sufrido, pero sí hay compañeros que han comentado casos de ese tipo y han tenido que acercar la mercancía donde les han indicado para facilitar la descarga.

—Otra de las reivindicaciones históricas del sector ha sido disponer de un gasóleo profesional, ¿hay algún avance al respecto?

—Nosotros lo que tenemos ahora es un precio rebajado en el centro de transportes para los socios de Asetramdiza. Ahora mismo lo pagamos a unos 91,20 céntimos el litro, que no está nada mal, pero yo cada tres meses echo unos 10.000 litros, de los que pagamos una parte de impuestos.

—¿La carga de impuestos dificulta el futuro del sector?

—Es algo que siempre hemos criticado. Soportamos un baremo sancionador y una carga de impuestos demasiado altas. Supongo que todos los sectores tendrán sus necesidades porque por ejemplo la automoción está muy mal y de hecho el transporte de vehículos ha bajado entre un 70 y un 80% como consecuencia de que apenas se venden vehículos.

«No es momento de hacer una huelga ya que no serviría para nada»

—¿Cuánto calcula que ha podido bajar la actividad general del sector del transporte como consecuencia de la crisis?

—Yo calculo que habrá bajado alrededor de un 40% y de eso también hay gente que se aprovecha. Han bajado los precios de los portés que realizamos con la excusa de que hay menos trabajo.

—¿En qué porcentaje han descendido los precios de los portes por esa circunstancia?

—Pues cobramos en torno a un 15 o un 20% menos que antes. La verdad es que ha bajado todo porque las mercancías tampoco cuestan lo mismo que antes.

—Dada la mala situación que atraviesa el sector, ¿podemos asistir a nuevas movilizaciones como las de junio del año pasado?

—Yo siempre he pensado que las huelgas no sirven para nada, nunca se ha conseguido nada con ellas y no soy partidario de hacerlas. Yo personalmente consigo más hablando y razonando con mis clientes que recurriendo a las movilizaciones. Tras esa huelga hay que reconocer que se subieron los precios de los portés pero luego se ha desplomado todo y han bajado todos los precios. Las huelgas siempre son forzosas porque se acaban haciendo por miedo. Ahora no creo que sea el momento adecuado de convocar una porque para que tengan efecto hay que convocarlas cuando hay mucha demanda de trabajo y ese no es precisamente el caso del momento actual. Si sales de casa para no ganar dinero es mejor quedarse en casa.

— Durante esa última movilización se creó una plataforma paralela a la asociación, ¿cuál es la relación actual con ese colectivo?

—Ninguna y de hecho no sé si esa plataforma sigue existiendo. Se montó en Galicia y se fue extendiendo por toda España con mayor o menor éxito peroo después de la huelga no se ha vuelto a saber nada.