Regresan el próximo martes. Y esas cuatro fíbulas han sido algunas de las piezas más admiradas en la muestra "El héroe y el monstruo", que fue clausurada el día 29 del pasado mes de julio en el Museo Arqueológico Nacional (Madrid), apuntan fuentes de aquel centro cultural.

La aportación zamorana -cuatro piezas originales, prestadas, y una copia, todas procedentes del Tesoro de Arrabalde- a la exposición fue una de las más interesantes. Se hallaba entre lo mejor de las 83 obras que se exhibieron en la muestra. No alcanzan la importancia de la Fíbula de Braganza, del siglo III antes de Cristo, pero su valor histórico-artístico y su belleza son muy grandes, se explica.

Las cuatro fíbulas -especie de imperdibles o prendedores que se utilizaban en la Antigüedad para sostener el manto y el vestido de los hombres- representan elementos decorativos, incluso esculturas, y son de oro chapado, plata y bronce. Los expertos definen estas piezas del siguiente modo: La primera, fíbula anular hispánica, con profusa decoración de botones, filigranas, granulado e hilo de oro; la segunda, de doble pie simétrico con presillas y botones; la tercera, con animales esquemáticos, tal vez cisnes, afrontados; la cuarta, con esquematización zoomorfa en el puente (algo así como una serpiente). Además, el Museo de Zamora facilitó una copia: otra fíbula anular hispánica, también con abundante decoración de botones.

Los tesoros celtibéricos de Arrabalde, que habitualmente se exhiben en un módulo articulado con seis expositores, constituyen el conjunto más importante del Museo zamorano y aparecieron inicialmente «en el interior de una tosca vasija en el castro de "Las Labradas"». Se hallaba integrado por joyas de oro, plata y, en menor medida, bronce.

El segundo tesoro, «con alhajas similares, también procedía de una zona habitada». Se entremezclan «en esas joyas rasgos de la orfebrería ibérica, detalles del arte céltico continental y de la orfebrería castreña del Noroeste. Tal sincretismo, junto a la originalidad de algunas piezas, como los adornos de pelo, los brazaletes espiraliformes o los torques sogueados, caracteriza la "joyería celtibérica" de estos conjuntos, que fueron escondidos en momentos de inseguridad. La fecha de ocultación -relacionada con las guerras contra cántabros y astures, ocurridas entre los años 29 y 19 antes de Cristo, y con la instalación en Rosinos de la legio X Gemina- puede no coincidir con la de fabricación, posiblemente anterior, de las joyas», se indica en una publicación del centro cultural.

Las obras expuestas en "El héroe y el monstruo"-fíbulas, joyas, cascos, espadas, escudos, vasijas, estatuas, platos- procedían del Museo Arqueológico Nacional, el British Museum (la Fíbula de Braganza), yacimientos de Córdoba, Jaén, Albacete, Valencia, Alcoy, Sevilla... La Comunidad Autónoma sólo se hallaba representada por Zamora y León. Y, en esas piezas, puede contemplarse la realidad artística de la joyería en la península Ibérica de la época helenística.

La exposición fue organizada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, el Museo Arqueológico Nacional y el Ministerio de Cultura. Los comisarios fueron Alicia Perea (del Instituto de Prehistoria del CSIC), Oyfri Williams (conservador jefe del departamento de Antigüedades Griegas y Romanas del Museo Británico) y Ricardo Olmos (también del Instituto de Prehistoria de aquella institución).

La Fíbula de Braganza es «una extraordinaria joya de oro y esmaltes que algún príncipe ibérico mandó fabricar a un orfebre griego hacia el siglo III antes de Cristo», indican fuentes de la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales. Presenta esta escena: «la lucha heroica entre un joven guerrero, desnudo, armado con sus atributos -casco, espada y escudo- y un monstruo». Como escenario, un «microcosmos en el que se simboliza la tierra, a través del lobo de doble cabeza; el océano, mediante un monstruo marino; el inframundo, a través de un jabalí. El joven domestica el espacio, librando al ser humano de los peligros de lo salvaje».

Los expertos creen que esta pieza «es un ejemplo de la excelencia que alcanzó la orfebrería en el marco de la tecnología de época helenística». Vaciado a la cera perdida, filigrana, esmalte... El diseño «es comparable al de las grandes obras clásicas». Se desconoce la «procedencia exacta» del broche, que servía para sujetar la túnica o el vestido. Perteneció a la colección de la Casa Real portuguesa. Se ignora cómo se produjo el hallazgo. El Museo Británico la adquirió en el año 2001, en una subasta pública. Y sólo ha sido expuesta en Londres y en Edimburgo... Las piezas zamoranas no pudieron estar en mejor compañía.