Ni las gorras ni el agua fueron ayer suficientes para combatir los 38,6 grados centígrados que se alcanzaron en la capital zamorana, la mayor temperatura que se ha registrado en lo que va de verano. Incluso algunos termómetros llegaron a marcar 39 grados al sol. La ola de calor africano que afecta a Zamora durante el fin de semana ha hecho que Protección Civil haya advertido del nivel de riesgo amarillo en el que se encuentra la provincia.

A pesar de esta circunstancia, esta temperatura está por debajo de la alcanzada en agosto de 2003, cuando se llegaron a registrar hasta 40 grados y medio. Esta cifra supuso un récord histórico, desbancando a los más de 39 grados que se obtuvieron en el año 1962.

Durante la jornada de hoy, el tiempo da una tregua y las temperaturas máximas experimentarán un ligero descenso. Además, se espera que, a medida que avance el día, aparezcan nubes que pueden traer chubascos e, incluso, tormentas ocasionales.

Toda protección es poca ante estos días de calor extremo. Para evitar posibles golpes de calor los médicos aconsejan evitar los esfuerzos físicos en las horas de más calor y permanecer el mayor tiempo posible en lugares frescos, además de beber abundante agua. Si se va a beber bebidas alcohólicas, se recomienda el consumo de aquellas que tengan una graduación inferior al diez por ciento (cervezas y sidras), ya que por encima de esa cantidad ocasionan pérdidas evidentes de líquidos.

Se debe procurar también usar ropa de colores claros, ligera y que deje transpirar. Por otra parte no se debe dejar a niños o ancianos en lugares cerrados, como vehículos,ya que ellos son, junto con los enfermos crónicos, los que más riesgo tienen de padecer síntomas relacionados con las altas temperaturas.

Por otra parte, los trabajadores son los que más acusan las fuertes temperaturas y emplean diferentes métodos para combatir el calor. «Con los hornos la sensación de calor es aún más elevada», comenta Sara Carretero, empleada de una panadería. «Suelo beber mucha agua pero aún así continúo teniendo mucha sed», afirma.

Antonio Oterino, taxista de profesión, lamenta que no haya marquesinas en las paradas para protegerse del sol. «Si coincide que no hay sombra, hay que aguantar un sol de justicia. Días como hoy hay veces que hasta te mareas», apunta este profesional.

Y aunque pueda parecer mentira, todavía queda algún turista que se atreve a pasear por la ciudad, como María Morgado. «Lo más refrescante es tomar una cervecita. También llevo un sombrero para proteger mi cabeza, e incluso a veces utilizo mi paraguas a modo de parasol», dice esta visistante.