Fernando Alvarez de Miranda, ex Defensor del Pueblo, ha lanzado «un llamamiento a los políticos españoles para que hagan un esfuerzo de voluntad y conserven una España unida y plural», amenazada por «la disgregación que a la larga puede llegar», por lo que urge despejar «la incógnita sobre cuál será el destino» del país, advirtió ayer durante una visita a Zamora. El también presidente de las Cortes Constituyentes de 1978 y ex parlamentario, manifestó su «profunda preocupación» por la estructura del Estado español, «porque no sé clara mente cuál puede ser el final de esta aventura» de la reforma de las autonomías, «que no acabamos de ver claramente en qué va a quedar». Abogó por una España «con sus diferencias, con su pluralidad, pero no enfrentados unos con otros». Alvarez de Miranda mostró su curiosidad por conocer qué opción tomará el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en esta cuestión, ya que «tal y como se están planteando las cosas», precisó, «no digo que no sea posible» esa desintegración, «no me atrevo a decir que no exista ese peligro». Y recordó que «lo que en política muchas veces parece imposible, en la práctica puede ocurrir porque las circunstancias lleven por esos derroteros».

Terrorismo

Sobre otra gran cuestión que ocupa la actualidad nacional, el terrorismo de ETA, Alvarez de Miranda fue contundente al indicar que «dejar las armas es la condición previa que debe cumplir la banda para que se inicie una negociación». El ex Defensor del Pueblo puntualizó que «aplicar la Ley es la única negociación que cabe con quien te pone una pistola encima de la mesa para hablar. No hay capacidad de diálogo salvo que deje la violencia y acepte efectivamente y de una vez por todas no cometer un asesinato». También sobre este asunto de Estado pidió «un esfuerzo a todo el mundo y fundamentalmente a quienes pueden tomar decisiones para dejar a un lado las querellas partidistas y hacer una gran unión para acabar con esta gran lacra».

De Toro a Braganza

Es la sexta vez que Fernando Alvarez de Miranda visita Zamora, en esta ocasión durante cuatro días en los que «he disfrutado de toda la calma de esta bella ciudad, en la que he estado en diferentes épocas del año: en Semana Santa he podido asistir a las procesiones y el famoso "Miserere" que se canta en la plaza de Viriato». De los zamoranos destaca la «cordialidad y buena acogida y manera de hacer». Esta vez en su ruta ha estado Toro, de donde conocía a un joven, Ruiz del Arbol, diplomático que murió en el incendio del asalto a la embajada en Guatemala y que le atendió con la comisión de investigación de Amnistía Internacional: «tengo aquello muy fijado y Toro tiene para mí una significación muy especial. Al margen de que es una ciudad muy acogedora y tiene parajes inolvidables como La Colegiata y las plazas». La gastronomía y los caldos, que «han mejorado de una forma extraordinaria», también le condujeron hasta allí. El otro destino ha sido Braganza y el «fantástico» recorrido por pueblos de Zamora hasta alcanzar la frontera, como Riomanzanas. Y, por supuesto, ha callejeado la capital y contemplado el románico.