La festividad de Nuestra Señora del Carmen renovó ayer la tradición mariana de Zamora, con los cultos organizados por la Cofradía del Carmen de San Isidoro: eucaristía, presidida por el obispo de la diócesis, y nutrida procesión por el casco antiguo de la ciudad. El prelado, Gregorio Martínez, dijo a los cofrades y a los asistentes a la misa -previamente, se efectuó la imposición de escapularios a los nuevos hermanos-, que llenaban el templo: «Los dioses de esta hora y de este mundo son tan de barro como nosotros. Y ahí no existe ni la salvación, ni la verdad, ni la vida». La jornada, con nubarrones y ligero viento, contó con el oficio de varias eucaristías, el rezo de la novena y el Rosario, la Exposición y la Reserva del Santísimo.

«Es una de las fiestas marianas más populares del pueblo cristiano, aunque nunca ha tenido carácter civil», señaló en el inicio de su homilía, de tono sencillo. El obispo diocesano resaltó que se trata de una advocación que tiene su principio en el monte Carmelo, con la presencia, en el siglo XII, de algunos ermitaños, que constituyeron «la primera comunidad de vida contemplativa dedicada a la devoción a la Virgen María». Fue, por eso, «el origen de los carmelitas».

Martínez Sacristán evocó el acontecimiento del Monte Calvario, donde «el Hijo de Dios murió por nosotros». Y allí, junto a la cruz, estaba su Madre. Y, en aquellos momentos, pronunció estas palabras: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Significaba, apuntó, que Cristo «daba su Madre a todos sus discípulos», como «Madre propia de todos nosotros». Y, desde entonces, la presencia de María, con distintas advocaciones, ha sido continua en la vida de la Iglesia y de los creyentes. Y la iconografía religiosa siempre muestra «a la Virgen del Carmen con el Niño en sus brazos». Fue, después, como una humilde confidencia familiar a los asistentes. «Me acompaña a todos los sitios donde voy una imagen pequeña de la Virgen del Carmen. Me la regalaron mis abuelas cuando iba a ingresar en el Seminario». Fue, lo revelado, al final.

La procesión se puso en marcha: cruz, ciriales, bandera... Apareció la imagen y se escuchó la Marcha Real, interpretada por la Banda de Música de Zamora. Aplausos, como ocurre en los últimos tiempos. Después se fundieron los sonidos, los repiques, de San Isidoro y de la Catedral. En marcha, con el obispo de la diócesis, que presidía el cortejo. Una representación municipal se unía a los centenares de ciudadanos que participaban en esa tradicional expresión de fe.

La Cofradía, que cuenta con 400 hermanos -también debe ocuparse de cosas más terrenales, como la reparación de los tejados del templo románico y la dotación de nueva cubierta al Camarín de la Virgen, lo que ha requerido una inversión de 6.000 euros-, celebra hoy una eucaristía por los cofrades difuntos y, además, instituye el "besapiés" de la imagen titular... Devociones.