Mucha actividad se respiraba ayer en el rehabilitado edificio de la antigua Escuela de Magisterio, donde convivían los camiones de mudanzas, con los operarios de montaje de los muebles y talleres, y el profesorado y los alumnos que comenzaban el último trimestre del curso en el prometido inmueble, que sustituye a las vetustas instalaciones del Castillo. El director, José María García de Acilu, supervisaba el montaje de los talleres, con posibilidad de acceso independiente y unos muelles exteriores que permitirán trabajar al aire libre, así como la instalación del mobiliario, incluido en el de los futuros estudios de Diseño de Interiores, que también están llegando.

Han sido 220 alumnos y 23 profesores los que se han trasladado desde el Castillo. Para esta misma semana el director piensa que puede estar todo listo, incluso habría podido ser antes, pero no se obtuvo permiso municipal para trabajar alguna jornada más de Semana Santa. Entre las ventajas de las nuevas instalaciones están los mayores espacios, suficientes de momento para los estudios previstos, aunque quizá en un futuro a algunos años vista, algo escasos. Algunos talleres, como el de madera, talla en piedra y moldeado o el laboratorio de fotografía ya están montados y operativos, mientras otros se encuentran a falta de las tareas de montaje, como es el caso del de forja, donde ha sido necesario realizar una adaptación para encajar alguno de los elementos que lo componen. En general, «son «unas instalaciones completísimas, de primera categoría», indicaba el director, quien rehusó amablemente el permiso para obtener fotografías del interior del inmueble, al menos hasta que no esté todo debidamente colocado y en su sitio. Las aulas también son más amplias que en la anterior ubicación. Todo está listo, pues para recibir los nuevos estudios superiores de Diseño de Interiores y lograr el definitivo despegue del resto de enseñanzas de la Escuela de Artes, ahora situada en un lugar más céntrico.