Roberto Aguirre era ayer, tras el partido, el reflejo de la desolación y de la tristeza, y es que la situación no invitaba a otra cosa dadas las expectativas que había puestas en este choque. En sala de prensa el entrenador fue sincero sobre sus sentimientos, tanto en el plano colectivo como en el individual. Primero habló del equipo y admitió que había sido "una derrota dolorosa que deja muy poco margen. Quedan tres partidos, nueve puntos, y hay que luchar cada uno de ellos", explicó al tiempo que añadía que "el equipo debe estar fuerte y trabajar sin descanso" hasta el final de la Liga. Así, el asturiano quiso resaltar las posibilidad de salvación que aún hay y subrayó que "no hay que dar nada por perdido, sino exprimir al máximo a la plantilla en busca de esas opciones que todavía existen" aunque todo pasa por ganar los tres partidos que quedan ante Avilés, Burgos y Leonesa, y desde ya pensar en los avilesinos que visitarán el próximo fin de semana el Ruta de la Plata.

Por lo que respecta al plano personal, también confesó que "no sé si esta ha sido mi última oportunidad pero lo que quiero es que los jugadores estén fuertes en estos partidos que quedan" y también indicó que a veces durante los partidos hay que "tener cabeza, no todo es corazón". En cuanto al encuentro que se vio ayer en Mareo comentó Aguirre que el Zamora CF había tenido sus opciones y "hemos competido a un buen nivel y en algunos momentos hemos estado por encima de ellos pero en el área no tuvimos suerte". El entrenador también explicó los sorprendentes cambios en el equipo titular y dejó claro que los once que estaban en el campo eran "los que más preparados estaban para competir" con un once inicial en el que estaban los cuatro mediocentros para ganar posesión y evitar el juego rival. A pesar del cansancio evidente entre los futbolistas, Aguirre señaló que todos se vaciaron en el campo en busca de la victoria.