Si tiene o ha tenido piedras en los riñones, sabe perfectamente lo que se siente cuando ha padecido un cólico nefrítico. Quizás uno de dolores más intensos que puede sufrir una persona.

Pero el dolor no es lo más peligroso, la infección urinaria y su diseminación (septicemia) es sin duda lo que más problemas nos puede ocasionar. Por todo ello debemos tomárnoslo en serio.

¿Qué debemos hacer?

Acudir a un centro de urgencias, preferiblemente si disponen de los medios necesarios para resolver inmediatamente el dolor, la infección y la piedra. El tratamiento inicial consistirá en administrar analgésicos y antibióticos, para inmediatamente realizar una analítica básica, radiografía, y ecografía que nos permitirá saber el tamaño de la piedra, dónde está localizada y si el riñón está afectado por la obstrucción.

Una vez diagnosticado y calmado el dolor debemos resolver la causa del problema (la piedra). Hasta hace unos años la espera dolorosa en un hospital o la cirugía eran la única solución. Hoy en día disponemos de métodos muy efectivos, sencillos e indoloros que nos permiten resolver la mayoría de los problemas de forma ambulatoria.

Evitar la recidiva

Una vez solucionado el dolor y destruida la piedra lo más importante es evitar que vuelvan a aparecer. Para ello debemos intentar recoger el cálculo y llevarlo a nuestro médico, este procederá a su análisis. Pero el análisis de la piedra suele ser insuficiente, por ello deberíamos realizar un estudio metabólico (análisis de sangre y orina de 24 horas) que nos dará información sobre el tipo de dieta, agua o tratamiento médico que debemos iniciar para intentar evitar la recidiva.