Juan Ignacio Güenechea ocupa, desde el pasado mes de junio, la presidencia del Grupo Cofares, líder de la distribución farmacéutica en España. En su currículum, 12 años como vicepresidente de esta cooperativa y 38 como titular de una oficina de farmacia en Bilbao. Toda una vida como farmacéutico que le sirve para analizar el presente y futuro de un sector que se transforma para hacer frente a los "nuevos tiempos y los viejos pacientes"

¿Cuántas farmacias tiene usted cerca de su casa? Según las estadísticas, estos establecimientos llegan al 99% de la población y en el 80% de España hay una farmacia a menos de 250 metros de cualquier vivienda. Entre todas suman casi 22.000. Si acude a su farmacia y no está disponible su medicamento, en 3 horas se lo traen.

Acaba de tomar el mando de la gran cooperativa de distribución de medicamentos de nuestro país. ¿Cómo influye Cofares en la vida de los ciudadanos?

El sector de la distribución farmacéutica es un gran desconocido dentro de la cadena de suministro del medicamento porque está en el medio y, por tanto, no es palpable por el paciente. Pero lo cierto es que somos el nexo vital. En España tenemos un sistema de distribución farmacéutica que, unido a la capilaridad de la red de farmacias, consiguen esta especie de milagro, que por cotidiano no se reconoce, de que una persona tenga su medicamento, por muy raro que sea, en pocas horas. La disponibilidad y accesibilidad al medicamento y la equidad en la prestación farmacéutica sería impensable sin la distribución farmacéutica que sirve a todas las farmacias que hay en España sin discriminar por situación económica o geográfica. Tenemos vocación sanitaria.

Cofares es una gran empresa sanitaria, la mayor de España por volumen de facturación. ¿Qué oportunidades tiene, por tanto, de influir en el sistema sanitario de nuestro país?

Cofares es la única empresa de distribución farmacéutica con una implantación nacional. Tenemos almacenes de distribución en todas las Comunidades Autónomas, contamos con más de 10.600 farmacéuticos socios y más de 6.000 farmacias que operan como clientes. Nuestra cuota de mercado es del 27%, es decir, uno de cada cuatro medicamentos de los que se utilizan en España pasan por Cofares.

Estos datos ya muestran el peso de Cofares, pero, además, damos servicios complementarios a las oficinas de farmacia, servicios que les ayudan en su gestión y desarrollo, tanto profesional como empresarial, y servicios que les ayudan en su relación con el cliente. Cofares ha diversificado también su actividad hacia otros segmentos, más allá de las oficinas de farmacia, aunque sin desvincularse del segmento de salud.

En España hay 22.000 farmacias. ¿cómo son estas farmacias y qué papel cumplen?

El gran valor de las oficinas de farmacia son la proximidad al paciente y la cotidianeidad en sus relaciones. En algunas zonas rurales son el establecimiento sanitario más cercano y disponible que tienen los vecinos y, además de dispensar las medicinas, hacen una labor asistencial. Esta idea de la farmacia asistencial, que además de dispensar medicinas, ofrece servicios complementarios, es la clave. Estos servicios en ocasiones están vinculados a la propia dispensación y utilización del medicamento, farmacovigilancia, interacciones del medicamento, adherencia al tratamiento, etc, pero hay muchas farmacias que, por ejemplo, hacen pruebas diagnósticas básicas o participan en campañas de educación sanitaria, prevención y promoción de la salud. Hoy en día el objetivo prioritario es el paciente y sus necesidades.

¿Cómo han ido cambiando las oficinas de farmacia para hacer frente al futuro? ¿Cuáles son los mayores retos a los que se enfrentan?

Este enfoque de relación con el paciente obliga al farmacéutico a poseer las habilidades propias de la profesión, como son el conocimiento de la farmacología y de los productos sanitarios, pero también a saber hablar con el paciente. Por ello, estos profesionales están mejorando las técnicas y habilidades de comunicación y buscando nuevos medios para acercarse a los pacientes, como las redes sociales o los servicios de mensajería. Las farmacias ya están altamente tecnificadas y la receta electrónica es una realidad, así que más allá de la tecnología, el gran reto para los farmacéuticos es estar preparados para atender al nuevo paciente que surge de la crisis económica y los cambios demógraficos. Mientras hace unos años la pediatría era muy importante, ahora lo es la geriatría. Hay una tendencia clara a la "clonicidad" de los tratamientos, las patologías crónicas son mucho más frecuentes que las patologías agudas y el envejecimiento de la población hace que cada vez haya más personas dependientes o pacientes asistidos. Desde la farmacia se debe ayudar a estos pacientes y a sus cuidadores.

En este escenario sociosanitario, ¿puede la farmacia canalizar parte de las consultas que llegan a las consultas de Atención Primaria?

La actuación del farmacéutico está regida por la por la ciencia y la prudencia. El farmacéutico está perfectamente capacitado para saber cuándo tiene que intervenir y cuando debe derivar al médico. Pero efectivamente para una serie de problemáticas que no requieren la asistencia médica es la solución inmediata. Somos un agente de proximidad muy claro.

¿Y qué ocurre con los medicamentos biotecnológicos? ¿Por qué estas medicinas "del futuro" se distribuyen en los hospitales y no en las oficinas de farmacia?

Estas medicinas son el gran futuro de la terapia y es donde se están produciendo las grandes innovaciones terapéuticas. El 82% de este tipo de productos están ya en las farmacias. No hay ningún problema para su manejo y la fórmula de desviar su administración al canal hospitalario, cuyo principal motivo es el precio, es un error y estamos en contra. Teniendo en cuenta que en España hay 22.000 farmacias y 250 hospitales, es fácil ver como estas medidas trasladan al paciente los gastos indirectos, de tiempo y dinero, de adquisición del medicamento. Si se salvan aquellas situaciones en las que el paciente requiere de verdad una hospitalización para la administración de estos fármacos o casos muy específicos en los que, debido a las características del producto, se precisa una vigilancia dentro de un entorno hospitalario, la farmacia es el lugar idóneo para su dispensación. Los farmacéuticos comunitarios tienen la capacidad técnica y están sobradamente preparados para ello. De esta manera no se rompe la unidad terapéutica del paciente y se beneficia de la cercanía, la accesibilidad, el consejo, la información y el trato personalizado. Independientemente de la fórmula económica que se articule para ello, estos medicamentos tienen que estar en las oficinas de farmacia.

¿Tenemos una buena Sanidad en España?

Tenemos una magnífica Sanidad y no porque lo diga yo, sino porque los parámetros de comparación internacional así lo indican. El problema es mantenerla. La sostenibilidad de los sistemas sanitarios no es un problema español, es universal y volvemos aquí al punto de los cambios demográficos, la creciente demanda, las nuevas patologías y las nuevas necesidades de salud y situaciones vitales? Hoy podemos tratar cosas que hace 10 años eran impensables, pero también es verdad que estos tratamientos, sean farmacológicos o de otro tipo, son muy costosos. Compaginar todo es muy complicado.

¿Qué futuro le augura a la Sanidad y cuál puede ser la vía para lograr esta sostenibilidad?

Nadie ha encontrado la varita mágica y, por tanto, el futuro pasa por el compromiso de todos los agentes sanitarios y por el realismo político. Creo que la sanidad es algo con lo que no se debe hacer política y sería muy conveniente, si no un pacto por la Sanidad, acuerdos muy claros sobre las necesidades de desarrollo sanitario y una evaluación de las tecnologías sanitarias. No podemos incorporar todo y a cualquier precio. Está sobre la mesa el debate público-privado y yo siempre digo que la oficina de farmacia en España es el ejemplo más claro, desde hace 70 u 80 años, de colaboración público-privada. Somos entidades privadas con acuerdos públicos y existe una alta satisfacción con el servicio por parte del usuario. La sanidad privada supone un 30% del gasto sanitario y por tanto no puede obviarse. Tengo claro que las políticas sanitarias deben ser poco políticas o, al menos, no objeto de demasiado debate ideológico porque este es un problema al que nos enfrentamos todos.