La epilepsia es una enfermedad cerebral crónica que afecta a personas de todo el mundo y se caracteriza por convulsiones recurrentes. Estas convulsiones son episodios breves de movimientos involuntarios que pueden afectar a una parte del cuerpo (convulsiones parciales) o a su totalidad (convulsiones generalizadas) y a veces se acompañan de pérdida de la consciencia y del control de los esfínteres.

Los episodios de convulsiones se deben a descargas eléctricas excesivas de grupos de células cerebrales. Las descargas pueden producirse en diferentes partes del cerebro. Las convulsiones pueden ir desde episodios muy breves de ausencia o de contracciones musculares hasta convulsiones prolongadas y graves. Su frecuencia también puede variar desde menos de una al año hasta varias al día.

Síntomas y tratamientos

La epilepsia es uno de los trastornos reconocidos más antiguos del mundo, sobre el cual existen registros escritos que se remontan al 4000 a. C. Durante siglos, el temor, la incomprensión, la discriminación y estigmatización social han rodeado a esta enfermedad que, incluso hoy en día, sigue estigmatizando a pacientes y familiares en muchos países.

Desde la OMS recuerdan que la epilepsia se define por dos o más convulsiones no provocadas, ya que una sola convulsión no significa epilepsia. De hecho se estima que hasta un 10 por ciento de la población mundial sufrirá una convulsión a lo largo de su vida.

Las características son variables y dependen de la zona del cerebro en la que empieza el trastorno, así como de su propagación. Pueden producirse síntomas transitorios, como ausencias o pérdidas de conocimiento, y trastornos del movimiento, de los sentidos (en particular la visión, la audición y el gusto), del humor o de otras funciones cognitivas.

En cuanto al tratamiento, hay que tener en cuenta que en la mayoría de los casos la epilepsia se puede tratar de manera fácil y asequible con medicación. En estos casos, después de 2 a 5 años de tratamiento eficaz y una vez desaparecidas las convulsiones, los medicamentos se pueden retirar a un 70% de los niños y un 60% de los adultos, sin riesgo de ulterior recaída.

Mientras que el 10 por ciento de los enfermos epilépticos que no responde a la medicación son candidatos a la cirugía de la epilepsia. El neurólogo especialista en epilepsia debe realizar una evaluación completa con el apoyo de neuropsicólogo, neuroradiólogo y otros especialista.

Además, cada vez se usa más el estimulador del nervio vago, un instrumento eléctrico que se coloca en el pecho, debajo de la piel y tiene un electrodo que se conecta al nervio vago en el cuello. El sistema se instala mediante una intervención quirúrgica. Este instrumento emite un impulso eléctrico de baja frecuencia y baja intensidad que puede ser regulado por el propio paciente.