'Helicobacter pylori' es una bacteria que coloniza el estómago de las personas, no de los animales, y que es la responsable de la gastritis, la úlcera péptica y el cáncer gástrico. Es la infección más frecuente en el mundo. El 50% de la población mundial está infectada, cifras similares a las de la población española, aunque existen países en los que la infección afecta hasta al 90% de sus habitantes.

Según explica a Infosalus el doctor Javier P. Gisbert, especialista del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Universitario de La Princesa de Madrid y experto internacional en materia de 'Helicobacter pylori', esta bacteria infecta el estómago y se contagia entre personas, aunque aún no se ha determinado a ciencia cierta la vía de contagio.

"Se cree que en los países en vías de desarrollo la vía de contagio es fundamentalmente fecal-oral, mientras que en los países en vías de desarrollo podría ser oral-oral a través del reflujo o regurgitación de material gástrico, y siempre persona a persona", comenta el doctor Gisbert, integrante del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Hepáticas y Digestivas (CIBEREHD) y representante español del Grupo Europeo para el Estudio de Helicobacter.

Su reservorio natural es el estómago de las personas, donde la bacteria se encuentra cómoda: "aunque hasta hace algún tiempo se pensaba que el estómago era un lugar inhóspito para las bacterias porque el ácido las mataba, lo cierto es que la 'H. pylori' tiene una cubierta protectora que neutraliza el ácido clorhídrico del estómago".

Del total de las gastritis, la inmensa mayoría están ocasionadas por la bacteria, al igual que las úlceras duodenales, donde el porcentaje en el que interviene es superior al 90%, mientras que en caso de las úlceras gástricas este porcentaje desciende aunque supera el 50% de los casos por la infección de la bacteria.

Tradicionalmente los métodos utilizados para el diagnóstico de la infección por H. Pylori se han dividido en invasivos (cultivo, prueba de la ureasa rápida y tinción de Gram) y no invasivos (prueba del aliento con urea marcada (C13 o C14), serología en sangre y detección de antígenos en heces) en función de que precisen o no de la realización de una endoscopia para la toma de biopsias de la mucosa gástrica

Erradicar la infección y frenar el cáncer gástrico

"En lo que se refiere al cáncer gástrico, si lográramos erradicar la infección por 'H. pylori' en el mundo, desaparecería la inmensa mayoría de estos cánceres, que son muy agresivos y se encuentran entre los que tienen una mayor mortalidad", apunta el doctor Gisbert sobre el hecho de que la bacteria ocasiona hasta el 90% de estos tumores malignos.

En los países desarrollados, el contagio ocurre fundamentalmente por vía oral-oral, pero no a través de la saliva ni los besos sino por el reflujo o regurgitación/vómito del material gástrico y durante la infancia. En el caso de los países subdesarrollados, la infección sería mayor entre su población debido a las condiciones socio-sanitarias deficientes que facilitan el que las personas puedan entrar en contacto con heces humanas y aguas contaminadas por ellas.

La infección no suele detectarse en la infancia, dado que su tiempo de latencia es muy largo y requiere de muchos años hasta que se presentan síntomas como los de la úlcera péptica o el cáncer gástrico. Aunque el 50% de la población está infectada, sólo un pequeño porcentaje desarrollará una úlcera o cáncer gástrico. En ello intervendrán factores internos y externos, como la susceptibilidad de la persona infectada, la virulencia de la especie de 'H. pylori' implicada y el entorno o ambiente de esa persona (como por ejemplo el tabaquismo o la dieta).

"La totalidad de los pacientes infectados tiene gastritis si se realiza una biopsia por endoscopia, que muestra la inflamación en la mucosa del estómago. No existe el estado de portador sano, que es característico de otras infecciones. Esta gastritis suele ser asintomática y el paciente habitualmente no presenta clínica digestiva", señala el doctor Gisbert.

Sin embargo, el gastroenterólogo comenta que la estrategia terapéutica más eficiente no es tratar a toda la población mundial afectada sino el desarrollo de una futura vacuna que consiga prevenir y erradicar la infección de forma generalizada. "El desarrollo de la vacuna está siendo más difícil de lo previsto y aunque los primeros resultados obtenidos de forma reciente son prometedores, queda aún un largo recorrido hasta que esté disponible para su uso en la práctica clínica", afirma el especialista.

Una terapia curativa y revolucionaria para la gastroenterología

El diagnóstico de la presencia de la bacteria en el estómago humano se realiza mediante pruebas 'invasivas' como la gastroscopia (con biopsias) o 'no invasivas', que son tres: una prueba que permite identificar a través del aliento una sustancia que produce la bacteria, un análisis sanguíneo que identifica anticuerpos contra ella o una prueba de las heces donde se detecta la presencia de antígenos bacterianos.

Si existen molestias digestivas (dispepsia), se trata de un paciente joven y no existen datos de alarma (que hagan sospechar la presencia de un cáncer), se recomienda emplear un método diagnóstico no invasivo; pero si el paciente es mayor o existen datos de alarma, se deberá realizar una endoscopia. Este modo de actuar está respaldado por la conferencia de consenso española sobre la infección por 'H. pylori', coordinada por el doctor Gisbert.

El tratamiento de la infección por 'H. pylori' ha sido el más revolucionario que se ha puesto en marcha en los últimos años en la especialidad de Gastroenterología. "El tratamiento de una úlcera péptica de forma tradicional se basaba en el empleo de antiácidos o antisecretores, que aunque aliviaban los síntomas, no curaban la enfermedad, pues la recurrencia ulcerosa era la norma. En la actualidad se sabe que si se erradica la infección por 'H. pylori', la úlcera se cura y lo hace para siempre", algo que ha supuesto uno de los avances más importantes de la especialidad de Aparato Digestivo, explica el doctor Gisbert.

La terapia que se emplea de modo habitual es una combinación de un antisecretor del ácido (un inhibidor de la bomba de protones) y tres antibióticos de amplio espectro, como la claritromicina, la amoxicilina y el metronidazol, durante 10 a 14 días. El beneficio del tratamiento antibiótico y la consiguiente erradicación de la infección es muy evidente en los casos de úlcera péptica, y más limitado en la dispepsia no ulcerosa.

"Según el momento en el que se detecte y se erradique la infección y las lesiones que haya producido, se puede prevenir o no el desarrollo del cáncer gástrico, ya que existen 'puntos de no retorno' a partir de los cuales el mal que ha ocasionado la infección no se puede ya revertir", señala el facultativo, que afirma que si se quiere prevenir el cáncer gástrico es vital identificar la infección en fases

iniciales.

Una vez erradicada la infección por la bacteria, las probabilidades de reinfección son muy reducidas, por debajo del 3%, por lo que no suelen ser necesarios controles periódicos y se considera al paciente curado de forma definitiva.