Las reconstrucciones de pene se han realizado desde hace décadas pero desde el punto de vista estético estas intervenciones comenzaron a realizarse algunos años después de comenzar el nuevo siglo, aunque llegaron más tarde que las de cirugía íntima femenina.

Según explica l doctor Ignacio F. Sanza, especialista en cirugía íntima masculina de la Clínica Sanza en Barcelona, el perfil de quienes pasaban por las primeras intervenciones de alargamiento y engrosamiento de pene fue en un inicio el de un varón joven gay mientras que en la actualidad esto ha cambiado y los heterosexuales pasan por el quirófano en el mismo porcentaje.

Alargamiento de pene

A partir de los 50 años los varones que se someten a este tipo de intervención es superior entre los heterosexuales, alcanzando hasta el 80%, y el número total de faloplastias al año (en todo tipo de público masculino) puede alcanzar las 80.

"La principal motivación para los varones es la vergüenza que dicen sentir por tener un pene pequeño, no sólo de cara a ellos sino con sus posibles parejas, y a nivel estético por las comparaciones en el gimnasio, con el traje de baño, calzoncillo o tejano con los amigos", señala el doctor Sanza, que aclara que sus pacientes comienzan a acudir a consulta por este motivo a partir de los 22 a 25 años.

Se considera que el tamaño medio del pene en descanso es de 5 a 8 centímetros y un pene pequeño al que tiene menos de 5 centímetros sin erección. El médico apunta que con independencia de la medida, el pene posee la misma funcionalidad y que tener una medida pequeña no interfiere en la actividad sexual ni en la capacidad reproductiva. "La operación es de estética pero no se realizan por este motivo sino por la existencia de un complejo que daña la autoestima", afirma el cirujano.

Dentro de lo que se consideran faloplastias existen toda una serie de intervenciones en las que las más comunes son las de alargamiento y engrosamiento del pene pero que también incluyen otras cirugías como las del glande, solucionar incurvaciones, las que suponen intervenir sobre los testículos (eliminar piel en exceso de la bolsa escrotal o colocar una prótesis de testículo) o eliminar grasa del pubis.

"En ocasiones los pacientes llegan por lo que consideran un pene pequeño y en realidad el problema es que éste está retraído por un pubis demasiado prominente y es otro tipo de intervención la necesaria", señala el doctor Sanza.

Una intervención no siempre posible

No todo el mundo puede operarse o los resultados que se obtienen con la intervención son los esperados ya que depende de la extensibilidad del ligamento del pene, algo que se comprueban en consulta antes de realizar la intervención. "Es una intervención sencilla, que se realiza con anestesia local y que no requiere de ingreso", apunta el doctor.

La intervención consiste en una extensión de este ligamento a través de una incisión en 'V' invertida en el pubis (unos 6 o 7 centímetro por encima del pene) que permite alcanzar estos ligamentos (fundiformes y suspensorio), seccionarlos y fijarlos a su nueva localización separando la piel con una sutura de 'Y' invertida justo sobre el pene de tal forma que se extienda su tamaño en unos 2-3 centímetros al separarse del hueso del pubis, con la piel de parte de éste, lo que requiere de una posterior depilación láser en el área de piel añadida.

Cuando se trata de engrosar el pene se puede emplear relleno de ácido hialurónico (que el doctor desaconseja porque puede quedar deformado al tacto), el injerto de grasa propia o la colocación de una malla biológica alrededor del pene de menor o mayor grosor. El grosor en reposo del pene es de aproximadamente de 6 a 8 centímetros.

El uso de grasa es más económico pero puede dar lugar a irregularidades que deben compensarse en una o dos intervenciones posteriores. La malla se coloca realizando una incisión por el glande y como si se tratara de una circuncisión se retrae la piel hasta la base del pene para situar el añadido con un resultado "más homogéneo que el que aporta la grasa y con un resultado más natural", apunta el cirujano.

Postoperatorio y dispositivos de mantenimiento

La cirugía es ambulatoria, los pacientes permanecen un día en las instalaciones clínicas y salen con un pequeño vendaje y faja en la zona del pubis. Las indicaciones clínicas incluyen el uso de antibióticos, aplicar frío en la zona si es necesario y reposo, con el objetivo primordial de que no se produzca ningún sangrado ni infección en el área intervenida.

"Es necesario proporcionar fármacos que inhiban la erección, en la primera semana no realizar ejercicios ni actividades profesionales bruscas y tras estos siete días ya se puede practicar algo de ejercicio aunque hay que esperar a las dos semanas para realizar actividad física intensa", apunta el doctor Sanza, que añade que es a partir del mes cuando se puede reanudar la actividad sexual.

Durante los seis primeros meses se recomienda el uso de aparatos de alargamiento de pene de forma discontinua y adaptada a las posibilidades del paciente hasta que el ligamento quede extendido y para que no se retraiga si se pasan, por ejemplo, muchas horas sentado y evitar que la cirugía fracase por ello. Aunque no todos los pacientes logran el objetivo deseado, en al menos un 50% de los casos los resultados son muy buenos.

"Muchos varones han intentado extender el pene sólo con estos dispositivos y han fracasado en su intento porque para conseguirlo tendrían que llevar el dispositivo de forma permanente durante al menos uno o dos años. Esto es algo incomodísimo y que puede llegar a ocasionar erosiones, úlceras y callos. La recomendación comercial de utilizarlo sólo durante las horas nocturnas no es suficiente, es un engaño", advierte el doctor Sanza.