Exfoliar el cuerpo y el rostro es parte fundamental de una rutina de belleza para mantener una correcta oxigenación de la piel y eliminar aquellas primeras capas que acumulan suciedad y grasa. Por eso es importante tener en cuenta varios factores para realizarlo de forma correcta. Muchas veces la falta de tiempo o de ganas provoca fallos a la hora de aplicar el producto.

Tiene que quedar claro que no todas las personas tienen el mismo tipo de piel por lo que cada una necesitará un exfoliante específico. Existen para diferentes tipos: piel grasa, seca o mixta y normal o sensible. Por eso, es importante saber qué piel se tiene para no cometer fallos.

Utilizar exfoliantes diariamente no es recomendable. Lo más aconsejable es darle un uso moderado. En pieles sensibles cada 15 días porque los gránulos podrían dañar la piel e irritarla. Las pieles normales podrán usarla sin ningún tipo de problema una vez por semana. No obstante, las grasas podrán utilizarlas entre una y dos veces por semana para regular con totalidad la cantidad de sebo.

Además, este tipo de productos hace mayor efecto por las mañanas, durante 30 segundos y no antes de dormir ya que por las noches aumentan el número de células muertas. Existe una multitud de gama de exfoliantes y cada uno para un uso específico determinado. Los que se usan para el rostro no deberán de utilizarse para el cuerpo. Los exfoliantes para el cuerpo tienen un mayor tamaño de gránulos y pueden irritar la cara y provocar quemaduras.

Por otro lado, los exfoliantes tonifican, iluminan y mejoran el tono de piel. Ayudan a que las cremas penetren mejor y tanto el rostro como el cuerpo se mantengan hidratados y cuidados. Es por eso, que tras aplicarlo es imprescindible nutrir la piel con una crema o aceite para lograr un resultado espectacular.