Con la frase "yo no soy 90-60-90" como carta de presentación y 80 kilos de peso repartidos en 1,70 de estatura, la modelo gijonesa de tallas grandes Eva María Pérez ha conseguido abrir una brecha en el competitivo mercado de la moda, a pesar de que, como dice, "en España siguen sin gustar las curvas".

Nacida hace 37 años, fue una "niña trabada", que quería "salir en las revistas" y vio su sueño cumplido en junio pasado cuando "Interviú" le dedicó la portada y un reportaje en páginas interiores después de una década y media de trabajo en las pasarelas de tallas especiales.

La moda "curvy", término inglés que hace referencia a la figura femenina de tallas superiores a la 42, tiene una cuota de mercado creciente en la península Ibérica, aunque "hace furor" en Estados Unidos. El fenómeno se desató hace algunos años cuando el Calendario Pirelli incluyó una chica "curvilínea" en su selección de desnudos, cuatro décadas y media después de haber lanzado la moda de las superdelgadas.

Actualmente, modelos como Candice Huffine, Tara Lawn y Robvn Lawlev se han convertido en las "musas" de este estilo, al trabajar para las más afamadas marcas y ser portada en "Vogue", "Elle" y "Cosmopolitan", entre otras publicaciones especializadas. Eva Pérez asegura que "en este país aún hay muy pocas empresas y diseñadores de ropa que apuestan por las tallas grandes, que son las que usa la mayoría de la gente de la calle".

"Estamos discriminadas, es difícil conseguir ropa de marca y se sigue creyendo que una gordita es una vaga que no hace nada y se pasa comiendo todo el día", ha dicho. La modelo afirma estar "más valorada" en el extranjero que en su país, donde "muchos diseñadores" le "cerraron las puertas porque dicen que las tallas grandes no les ponen".

Considera que aunque las campañas contra la anorexia y la bulimia han contribuido a desmitificar la delgadez, el concepto de belleza femenina no ha cambiado sustancialmente porque se "sigue apostando por una figura que como mucho use la talla 38".

"Empezaré a creer que algo ha cambiado cuando deje de ver maniquíes del 34 en los escaparates de las tiendas", destaca.

Una modelo "curvy" tiene que cuidarse "tanto o más" que cualquier otra, porque tiene que mantenerse "en su línea, sin engordar ni adelgazar ni un gramo" y son sometidas a controles de peso mensuales por las empresas para las que trabajan.

Eva Pérez recuerda que sus comienzos "fueron muy duros", que estudió en la Escuela Europea de Modelos de Barcelona y consiguió su primer contrato tras haber participado en el programa de TVE "Vidas paralelas", que grabó sus esfuerzos por abrirse camino en el mundo de la moda.

Tras ser seleccionada en un casting subvencionado por la Generalitat de Cataluña como parte de una campaña contra la anorexia, firmó un contrato de exclusividad que no incluía remuneraciones con una agencia que le "dejó tirada".

"Cuando volví para instalarme en Barcelona me dijeron que tenía que buscarme la vida, y me quedé tirada con sólo 40.000 pesetas en el bolso", relata. La agencia estaba centrada en el trabajo para las modelos habituales y no "estaba por la labor" de buscar otros mercados, por lo que, según asegura, "cobró la subvención, y adiós muy buenas". En esos años vivió en pensiones y trabajó de camarera, pero no cejó en su intento por llegar a las pasarelas. Veinte años antes de ser portada de "Interviú" había llamado por teléfono a la redacción de la revista para proponer que sacaran a una modelo de talla 42, pero le dijeron que "estaba loca".