Molly Blair lleva tan sólo ocho meses desfilando sobre la pasarela y ya ha lucido diseños de Prada, Loewe o Chanel, entre otros. Esta joven con cara de niña y orejas de soplillo ha tenido que soportar que la llamen "rata", "mantis religiosa", "alienígena" o "duende" por ser alta, delgada y tener una apariencia singular.

Son sus afilados rasgos los que precisamente han introducido a Molly Blair en el mundo de los desfiles. Molly Blair se encontraba en un mercadillo de segunda mano en Nueva York cuando una agencia de modelos la descubrió. Aquello por lo que tantos la habían descalificado hizo que sólo dos meses después ya se encontrara desfilando por una pasarela.

Molly Blair jamás habría imaginado que acabaría saliendo en la portada de Vogue Italia. A Molly nunca le interesó el mundo de la moda, era una chica corriente que iba al instituto y disfrutaba jugando al tenis. Ahora, ocho meses después, Molly Blair se ha convertido en la modelo por la que todas las grandes marcas compiten.