Con la llegada del frío, la piel, sobre todo en las zonas más sensibles, sufre muchas agresiones: se seca, se agrieta, le salen rojeces... Es necesario dedicar un día a la semana a mimar nuestra piel y para ello no es obligatorio gastarse demasiado dinero. La mayoría de productos que tenemos en nuestra nevera o despensa pueden ayudarnos a crear mascarillas hidratantes y económicas.

1. Mascarilla de yogur

Basta con poner una cucharada de yogur natural mezclada con una cucharita de miel y un chorrito de zumo de limón y mezclarlo todo hasta que quede una masa compacta. A continuación, aplícatela en la cara y evita que toque tus ojos, ya que podrían irritarse. Relájate con la mascarilla puesta unos 45 minutos y aclara con agua templada.

2. Mascarilla de yema de huevo

Realiza un baño de vapor en tu rostro durante unos diez minutos para que se abran los poros. A continuación aplícate un cataplasma formado por la mezcla de yema de un huevo con un par de cucharadas de miel y déjala actuar durante un cuarto de hora. Retira la mascarilla con abundante agua tibia.

3. Mascarilla reafirmante

Licua un pepino maduro y mezcla el líquido con una clara de huevo y una cucharada de leche en polvo hasta lograr una masa espesa. A continuación, aplícate la mascarilla y deja reposar la masa durante media hora. Quítatela con agua tibia y aclárate después con agua fría. Notarás cómo desaparecen los puntos negros y se disimulan los poros.

4. Mascarilla para piel seca

El aguacate es un fruto tropical que guarda mucha agua en su interior, por ello es ideal para aliviar un cutis seco. Machaca un aguacate, añádele un poquito de leche y remueve hasta conseguir una masa pastosa. Aplícate el cataplasma en la cara y déjalo actuar durante 20 o 30 minutos. Retíralo con agua tibia.

5. Mascarilla para cutis graso

Si sufres de una piel grasa, aquí tienes un remedio casero para paliarlo. Por un lado prepara un té con agua y laurel y deja que se enfríe. Por otra parte, bate una clara de huevo hasta el punto de nieve y añádele un tomate maduro, pelado y machacado, levadura de cerveza y dos cucharadas del té de laurel, que has preparado. Revuelve todo bien y aplícalo en aquellas zonas donde tu piel sea especialmente grasa: frente, pómulos, barbilla. Deja reposar durante un cuarto de hora y lávate el rostro con agua tibia.