Dice Ada Colau (Barcelona, 1974) que no es una heroína, ni una superestrella. La portavoz de la PAH quita hierro a la importancia de lo conseguido hasta el momento -710 desahucios parados en cuatro años- y reduce su labor a "dar soluciones a la gente". "Es lo que debería hacer el Gobierno, pero lo hacemos nosotros", dice, y se encoge de hombros.

¿Se considera usted una heroína?

No, pero me hice muy visible en un momento determinado, la comparecencia ante el congreso. Tuvo un impacto mediático muy fuerte. A la gente le sorprende que el discurso de la calle salga en ámbitos institucionales o en grandes medios de comunicación. Dice poco de nuestra situación actual o de nuestra democracia.

¿Cuántos terroristas hay hoy aquí?

Ni uno solo. La respuesta del PP ha sido muy cobarde y muy poco inteligente. No ha criminalizado a cualquiera, sino a un movimiento ciudadano que todo el mundo conoce. Los propios votantes del PP creen que la PAH defiende mejor sus intereses que el PP.

¿Se plantean pedir disculpas por los escraches después de que el PP los haya tildado incluso de "nazis"?

Para nada. Nunca hemos creído eso. El PP lo ha intentado pero le ha salido mal. Al contrario, nuestra campaña ha sido muy exitosa, ha servido para evidenciar que los diputados no escuchan el clamor popular de la ILP y para generar un debate más amplio sobre la democracia en nuestro país. Es muy significativo que tras toda la campaña de difamación del PP la mayoría de la población sigue apoyando la campaña y a la plataforma.

Dicen que "sí se puede". La iniciativa llevada al Congreso cambió hasta hacerse irreconocible. ¿Sí se puede?

Desde luego, aunque quizá no hemos cambiado la ley, aunque estoy segura de que lo conseguiremos. El proceso ha sido muy importante. Hemos generado un debate y hemos despertado a la sociedad. Lo que debería hacer el Gobierno lo está haciendo la gente.

Dicen que su lucha va más allá que la cuestión hipotecaria, que defienden los derechos humanos que se violan sistemáticamente en este país.

No, pero es que la lucha por una vivienda digna siempre ha estado enmarcada en una cuestión de Derechos Humanos. Es un problema de fondo: en este país se vulneran los derechos humanos. El derecho a la vivienda se ha mercantilizado y ahora los pisos se destinan a especular. Como sociedad tenemos que mirarnos al espejo y preguntarnos, "¿vamos a permitir esto?". España es el único sitio donde no se pueden saldar las deudas y volver a empezar.