Carismática y emprendedora, Mónica Naranjo divide su tiempo entre la gestación de su próximo disco, un concurso televisivo y la puesta en marcha de Community Beat, una nueva forma de edición de proyectos musicales, con la cual el artista edita "con suma libertad, rapidez y comodidad su trabajo, sin asumir costes innecesarios y a veces poco éticos", según sus palabras.

La cantante piensa que la competición entre sexos no es sana. "El equilibrio individual reside en la total igualdad - señala -. Por eso es esencial que la paridad no se quede en vanas palabras. Las mujeres tenemos sed de desarrollarnos en todos los campos y que se reconozcan nuestros logros profesionales. Nos exigimos mucho; nos gustan las cosas bien hechas, y nos hemos preparado para ello. Sé por experiencia que una mujer con responsabilidades en altos cargos nunca descansa ni deja de aprender".

Dice que ni ha sido menospreciada por razones de sexo ni los hombres le han criticado esa firmeza de carácter que se le atribuye. Sí considera que a algunos con los que se ha cruzado no les agradaba mucho su seguridad en sí misma y en sus convicciones. "Les crea cierta ansiedad el no dominar por completo la situación, y sienten temor ante una posible relación de trabajo o emocional. Desde la era de las cavernas, el hombre ha sido el sexo dominante, pero a raíz de la evolución social vivida en Europa desde mediados del siglo pasado, esa jerarquía ha ido decayendo notablemente".

Sí acepta que la "guerra de sexos" sigue vigente, y deja en manos de la educación que su final se esté acercando porque "lo que más marca a un ser humano es lo que siente y vive en su casa o en su entorno durante la niñez y la adolescencia; por eso no comparto ese deseo de algunos de que vuelvan a estudiar en aulas separadas, es avivar las diferencias entre sexos".

En ese "ni contigo ni sin ti" que define a menudo las relaciones entre hombres y mujeres, también otorga su lugar a aquellos que han elegido una opción sexual diferente, en la que también la educación marca el camino. "Los padres - dice - tenemos la obligación de educar a nuestros hijos como seres libres que se respeten a sí mismos y a los demás. Que puedan vivir la vida experimentando con la libertad y el respeto y sin dejarse arrastrar por tabúes o etiquetas. Sueño con el día que se deje de etiquetar las opciones sexuales; el ser humano habrá dado un gran paso hacia delante".

Confiesa que una de las cosas que más le gustan de los hombres son sus perfumes: "De hecho, yo uso aromas masculinos". Su ideal, además, ha de estar depilado, "porque, como diría mi abuela, soy muy limpia y muy curiosa", dice sonriendo. Admite envidiarles que, en el ámbito artístico, el paso de los años no les tiranice como a las mujeres. "Un hombre con canas es un maduro interesante. A la mujer, si no se tiñe, se la ve como dejada o envejecida. Yo tengo canas desde los 21 años por herencia familiar ¡y me paso media vida en las peluquerías!", asegura.

Como gran diferencia entre sexos, Naranjo considera que los hombres son más prácticos que las mujeres: "Somos más complicadas. Claro, unas más que otras y dependiendo de si estamos menstruando. Como ejemplo, el más sencillo: nosotras podemos pasar horas pensando qué ponernos, mientras un hombre se coloca unos jeans, una camiseta y tira millas. Si esto lo trasladásemos al terreno emocional, en fin, no acabaríamos nunca".

Cree que hay algo en lo que el hombre quisiera parecerse a la mujer, por más que, a veces, quiera ocultarlo. "Nos envidian la maternidad, sin duda. Aunque es algo que llevan cada vez con más sinceridad. En mi casa, por ejemplo, los papeles están cambiados: mi marido es la madre de mi hijo, y yo ejerzo de padre", se ríe. Pero ella se ocupa de la cocina. Lo que está claro es que la cantante de la voz inabarcable se siente feliz de ser mujer "con todas las de la ley, pero si volviera a nacer y fuese chico, me pido Paul Newman. ¡Qué hombre!".