Se le puede decir de todo, salvo que es la cuna del estilo y del refinamiento. Nueva York es la más urbana, la más cosmopolita, la más cultural, la más divertida€ pero no es París. Al menos, no lo es en el imaginario colectivo. Salvo cuando pensamos en ella: "Si estás sentada en una cena de gala o en una fiesta especial, nadie te ve la falda y los zapatos. Por eso son tan importantes las mangas". Al habla Carolina Herrera (o, como la llama cordialmente su equipo, la Señora Herrera o, directamente, la Señora), la excepción que confirma la regla. La diseñadora y empresaria lleva 35 años demostrando que las grandes damas también pueden mostrar poderío vistiendo ropa norteamericana. Claro que ella sólo es estadounidense de adopción (obtuvo la ciudadanía en 2004) y ni siquiera tenía vocación de diseñadora cuando empezó a crear sus propias prendas. Quizá, precisamente por eso, fue y es una pionera.