Al igual que la generación pasada confundía (con una generosa ración de machismo) la fuerza femenina con la abnegación, hoy se suele confundir la fuerza femenina con la determinación. ¿Cómo es posible que hayamos caído de una manera tan rendida en el error elemental de creer más fuertes a las mujeres que más se parecen -en sus defectos- a los hombres: a las más ambiciosas, intransigentes y dominantes...