En las jácenas y los pilares de este ático de la ciudad de Huesca, encontró el arquitecto Joan Casals (CSLS Arquitectes) la inspiración para reformarlo: "Quería poner en valor lo que echaba a faltar en su interior, y esa estructura siempre había estado allí, pero jamás se había tenido en cuenta", explica. Por ello, la rehabilitación se basó en dejar las vigas maestras a la vista; ni una sola línea se dibujó por encima de ellas, para que la estructura se mostrara claramente.

Los muebles que se encuentran bajo las jácenas sobresalen de las paredes donde se apoyan, tanto para salvar los elementos constructivos existentes y no perder la continuidad como porque, de forma abstracta, intentan recordar la geometría libre de la geología de Huesca. "El piso está cerca de las rocas del Salto de Roldán y de los mallos de Riglos, de las pajaritas de papel de Ramón Acín y las esculturas de Felipe Coscolla. Todo ello no podía pasar inadvertido, y las jácenas y pilares me ayudaron", explica Casals.

El piso, construido en los años 60, tiene 110 metros cuadrados y está muy bien orientado, pero al interior llegaba poca luz natural debido a su compartimentación en cinco habitaciones, comunicadas por pasillos obsoletos. Los clientes deseaban un espacio para vivir y trabajar, con un programa comedido que incluyera una habitación principal, otra de compromiso, un salón, una cocina, un baño -finalmente fueron dos- y un despacho.

El estudio se instaló en el lugar más cercano a la entrada. Cuenta con un mueble móvil que por un lado, es una estantería del despacho y, por el otro, una cama escamoteable. De este modo, la segunda habitación no ocupa un lugar físico permanente, pues se encuentra dentro de un mueble que se desplaza según convenga.

"No era necesario hipotecar un espacio que podía ser utilizado para otros usos casi durante el cien por cien de su vida útil. Pero sí lo era tener una habitación que diera respuesta a un posible compromiso", explica el arquitecto.

La casa es capaz de multiplicarse, de modo que la cocina se esconde cuando el estudio recibe visitas o el offi ce se abre para ofrecerles un refresco, mientras que la mesa del comedor se puede transformar en una de reuniones, o el salón, en una envidiable sala de espera...

También la zona de lectura sorprende por sus geometrías complejas, un guiño a las esculturas de Ramón Acín en el parque Miguel Servet, cercano a la vivienda. Los prismas, con ángulos de 95 y 45 grados, como las pajaritas de papel, nacen de las estanterías y cubren el techo, para hacerlo más acogedor.