A seguraba Zapatero en Barcelona que Susana Díaz era víctima de prejuicios machistas y andalucistas. Bueno, algo tenía que decir, pues para eso había ido, pero le salió lo que le habría salido a cualquiera que, en vez de prepararse, hubiera aprovechado el viaje desde Madrid para echar una siesta. En realidad, Susana Díaz es víctima del españolismo cutre que despliega allá donde da un mitin. Se trata de un españolismo que conocemos muy bien, pues viene, sociológicamente hablando, del mismísimo Franco y sus adláteres. En otras palabras, Susana Díaz no dice nada cuando habla, pero no dice nada con esa gracia que no se puede aguantar, propia de los discursos populistas que pasan por los intestinos antes de alcanzar el encéfalo. Esto es un hecho científico tan objetivable como que es la Tierra la que gira alrededor del Sol, aunque todavía haya gente que defienda lo contrario.

Pues bien, si estamos convencidos de que es la Tierra la que gira alrededor del Sol, la desenvoltura con la que los dinosaurios del PSOE apoyan a la lideresa andaluza solo se explica desde una desinhibición característica de los principios de la demencia senil en la que ha entrado la socialdemocracia, detectados por los electores franceses que acaban de enviar al candidato Hamon a la enfermería. A lo mejor, la España que lleva Díaz en la cabeza es la que han llevado siempre ellos en la suya, aunque venían disimulándolo hasta que la devastación neuronal ha comenzado a hacer lo que le es propio. Lo curioso es que esa devastación no afecte solo a individuos concretos, de cuya deriva intelectual se podría esperar que acabaran abrazando el geocentrismo, sino de instituciones como la gestora que, no habiendo cumplido un año de existencia, debería estar en la vanguardia del pensamiento crítico.

Frente a esa derecha rancia y populista, tenemos un centro representado por Patxi López y una izquierda aparentemente socialdemócrata representada por Pedro Sánchez, el candidato de las bases. El vasco se ve capaz de poner de acuerdo a los defensores del pensamiento ptolemaico con los valedores de la idea copernicana. Tal es el núcleo de su discurso. Agradecemos mucho su disposición, pero si le gusta moderar mesas redondas, podría elegir materias más modernas.