I magine que es sirio, algo de lo que no se tiene la culpa, y piense en lo que le ha sucedido en 6 años, un tiempo en el que se pasa de nacer a rozar la edad de la razón, se transita de la niñez a la juventud, se completa una carrera superior, que es casi la mitad de la media de duración de un matrimonio en España, dos trienios en el Estado... Imagine que ha sido sirio en los últimos 6 años. No vale pensar en ser Bashar al-Asad o la elegante Asma al-Akhras, que era un modelo para las revistas de moda. Bloquee su parte emprendedora: tampoco es una de las personas que han sabido ver en la guerra una oportunidad. A cambio, dado que está leyendo este artículo, no se incluya entre el cuarto y el medio millón de muertos. Puede elegir ser uno de los 5 millones de sirios que viven sitiados. Si tiene algún hijo o nieto pequeño, véalo como uno de los 250.000 que duermen arrullados por explosiones. No caigamos en extremismos: no lo imagine comiendo hierbas o alimento para animales, como los más desgraciados.

Si ha permanecido en Siria, es difícil que esté en casa: hay más de 6 millones de sirios desplazados dentro del país. Cinco millones han salido fuera y van entregando los bienes que llevan puestos para seguir avanzando. Están en Turquía, Líbano y Jordania. A Europa sólo ha querido venir un 10%. Cuando me pongo sirio no sé si sería uno de ellos. ¿Usted? A partir de aquí los sirios imaginarios nos confundiríamos con afganos, eritreos y nigerianos que también huyen de guerras y miserias. Viajar es conocer gente. El sirio imaginario a estas alturas no es de los miles que se han ahogado antes de llegar a Italia o a Grecia, sino de los 160.000 que la UE se propuso reubicar, aunque sólo colocó a 13.546. España aceptó asentar a 17.337, pero no llegan a 900. Le he pedido que imagine que es sirio siendo español porque es más fácil que imaginarse español siendo sirio. Gracias.