El artista vizcaíno Agustín Ibarrola abrió ayer al público la obra que ha plasmado, en plena naturaleza, sobre 115 piedras de la dehesa de Garoza, en el termino municipal abulense de Muñogalindo. Según señalaba el artista en el acto de inauguración, no se trata solo de pintar el granito, sino de dialogar con el entorno, ya que "hay que mirar más allá de la piedra, a las montañas y al valle Amblés".

De hecho, ha buscado la "simbiosis" con la flora y, aunque no ha actuado sobre los árboles, asegura que ha pintado "entre el ramaje" porque "el color llena los espacios" a lo largo de las casi once hectáreas que comprenden el recinto expositivo al aire libre.

Integración

La integración de la obra con el entorno es tal que incluso ha pintado "una especie de santuario" dedicado a las vacas en un lugar con sombra donde suelen refugiarse del calor, descubierto por el propio artista un día que decidió seguir a estos animales.

Entre 2005 y 2009, Agustín Ibarrola (Basauri, 1930) pintó 115 piedras en la dehesa de Garoza, a donde llegó invitado por el propietario de la finca, Alfredo Melgar, ante la tensa situación que sufría el artista en el País Vasco por su oposición al terrorismo de ETA.

"Me encontré con el afecto del mundo cultural de Ávila", recordó el pintor y escultor vasco para explicar cómo surgió este proyecto artístico que se acaba de abrir al público.

Su intervención sobre la piedras de Garoza se ha basado en la "cultura celta" que dominó esta zona de la provincia de Ávila en la antigüedad -uno de los granitos, por ejemplo, simula un verraco- e incluso en la mística de Santa Teresa de Jesús.

"Noté aquí que las culturas que nos habían precedido tenían mucha vigencia en la naturaleza", dijo para, a continuación, reconocer el trabajo de documentación que realizó previamente sobre el mundo celta y vettón. La idea inicial era ubicar en esta dehesa de Muñogalindo una fundación que llevara su nombre y que sirviera de punto de encuentro para artistas, aunque el proyecto tuvo que ser abandonado por falta de fondos económicos.

En el año 2012, la Fundación Asocio de Ávila cogió las riendas y, tras un proceso de tres años de puesta a punto -en el que se ha llevado a cabo el repintado de las piedras, la adecuación de la finca a la visita pública y la construcción de un punto de información- la iniciativa, aunque reducida a un presupuesto de 401.000 euros, es ya una realidad.

A sus 85 años de edad, Ibarrola no pierde la esperanza de poner en marcha el proyecto inicial, más ambicioso, y destacó la necesidad de conseguir "grandes inversiones" para que "el bosque sea el punto de partida de un núcleo importante de desarrollo de actividad cultural". Para ello, según apuntó Alfredo Melgar, sería necesario levantar unos edificios que, además de albergar una colección permanente del artista vasco, acogerían talleres dirigido a jóvenes artistas. El presidente de la Fundación Asocio, Carlos Jiménez Gómez, se refirió a la obra de Ibarrola como "un recurso turístico de primer nivel" que servirá para "dinamizar el desarrollo" de los municipios del territorio.