"Las niñas ya no quieren ser princesas", canta Joaquín Sabina en "Pongamos que hablo de Madrid"; pero viendo a North West y a su legión de fans infantiles, parece que el poeta de Úbeda se equivocaba. La hija de Kim Kardashian y Kanye West se ha convertido en un icono fashion con tan solo dos años. Y no solo eso, la más pequeña del clan Kardashian tiene a su disposición sastre, estilista y hasta entrenador personal. ¿El sueño de cualquier niña o una pequeña atrapada en las fantasías de sus padres?

Es sabido por todos que Kim Kardashian, estrella de uno de los reality shows más conocidos de Estados Unidos y propietaria del culo más famoso del mundo (para bien o para mal), está obsesionada con su cuerpo y es adicta a todo lo que tenga que ver con la moda y sus aledaños. Su marido, el rapero y productor Kanye West, es un habitual de los desfiles de moda e incluso se ha lanzado a crear su propia firma de ropa. La pequeña Nori, como la llaman cariñosamente sus progenitores, es el reflejo de las pasiones, los gustos y las fobias de sus padres. Una posición que le deja poco espacio para ser niña.

Es una auténtica "influencer" y dicen que ya es ella la que decide qué ponerse. Cada prenda que luce en sus apariciones públicas se agota en las tiendas en pocas horas. Aunque últimamente aparece vestida con dulces trajes de bailarina de ballet en blanco y rosa, una disciplina que adora, sus atuendos habituales no tienen ninguna nota infantil. Su estilo se podría definir como rockero y urbano, incluso gótico en algún momento, gracias a las prendas mini de Yeezu, la firma de su papi. Es habitual verla con botas tipo Dr. Martens y Timberland; con zapatillas de deporte; con cazadoras de cuero, bombers y abrigos de pelo hasta el tobillo; con pitillos de piel, sudaderas y camisetas de grupos de rock. Pero también se suma a las modas del momento como los pantalones remangados, los pañuelos con flecos, los slippers de serpiente, las camisas y los monos denim y las famosas Adidas Stan Smith. El negro es su "must". Luce prendas que han diseñado para ella en exclusiva casas de moda como Alexander Wang, Balenciaga, Oscar de la Renta o Givenchy, que para algo Riccardo Tisci, director creativo de la maison, es su padrino; y complementos valorados en miles de euros, como los pendientes que le regalaron sus padres de Schwartz, valorados en 50.000 dólares, o el visón de 3.500 euros que utilizó en la última semana de la moda de Nueva York. Y a saber qué objetos de deseo para muchas habrá en su armario, en el que cuelgan más de 200 prendas todavía sin estrenar. Su peinado favorito es el bun de bailarina, un pequeño moño alto en el que recoge su rizado pelo; pero también es fan del cabello efecto mojado con la raya al lado y de los tocados de flores.