A todos los dictadores les da por lo mismo? Se ha hecho público estos días que el presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, ha donado tres millones de euros a una escuela de samba brasileña para mayor gloria de su país. Por lo visto, el dictador, de 72 años, es un amante del carnaval de Río de Janeiro y desde hace diez años se planta allí con su hijo Teodorín para celebrarlo hasta que este año ha decidido participar pagando a la escuela Baija-Flor, una de las más prestigiosas del carnaval carioca, para que muestre con plumas, carrozas y golpes de cadera una mirada sobre África con "un rey que no perdió la fe". Él, se supone. Lo de Obiang no es raro teniendo en cuenta las excentricidades de que ha hecho gala durante su mandato -atentados a los derechos humanos aparte- como cuando construyó un complejo para celebrar la Cumbre de la Unión Africana con palacios, villas y campos de golf en Malabo mientras dos tercios de la población de su país viven con un euro al día. Pero no es el único. El rumano Nicolas Ceaucescu, pese a ser profundamente antimonárquico, mandó construirse un cetro y se autonombró "Genio de los Cárpatos". El dictador de la República Dominicana Leónidas Trujillo gastó 30 millones de dólares -un tercio del presupuesto anual de todo el país- en una fastuosa fiesta para coronar a sus hijos en la que llamaron la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre, nada menos. Imelda, la mujer del dictador de Filipinas Ferdinand Marcos, gasto solo en ropa y zapatos 684 millones de dólares. Jean-Bedel Bokassa, dictador de África Central, quería ser Napoleón y se nombró emperador con corona y todo, y Gnassime Eyadema, de Togo, se rodeaba de un grupo de mil mujeres para que le cantaran alabanzas. El propio Franco, bastante más austero que los anteriores, no dudaba en caminar bajo palio como si fuera la Virgen María, y Muammar Gaddafi, de Libia, era un adicto al bótox y promovía vídeos musicales que exaltaran sus virtudes. Dadas las excentricidades de que han hecho gala los tiranos a lo largo de la historia alguien debería estudiar si es que llegan a dictadores porque están medio zumbados o se medio zumban por ser dictadores. A saber. Lo cierto es que cuesta entender que cuando tu país anda medio muerto de hambre tú te dediques a comprarte un desfile de carnaval por mucho que te guste la samba; pero bueno, dado que todos los citados anteriormente tienen tras de sí una enorme colección de asesinatos y torturas, lo de menos va a ser que se construyan palacios o que tengan 9.000 trajes en el armario, pero es curioso que a ninguno le dé por la pobreza y la generosidad. Y es que el poder a la mayoría no le sienta nada, nada bien.