Teresa Romero, que fue dada de alta ayer del Hospital Carlos III de Madrid, tras superar el ébola, confesó ayer que cuando estaba muy mala y no le permitían beber agua, "soñaba con los manantiales" de Becerreá, su pueblo, donde se ha reencontrado con su madre. En una breve e improvisada comparecencia, esta superviviente del virus del ébola, acompañada por su esposo y por su madre, ha explicado que su primera noche fuera del hospital se ha despertado muchas veces y ha reiterado que han sido los profesionales del Carlos III los que le han salvado la vida. "Mis compañeros fueron los que me sacaron", ha señalado Teresa Romero, quien después de varias semanas ingresada y en aislamiento, también ha reconocido que ahora lo que le "apetece" es dar un paseo.