Letras árabes pintadas sobre la antigua techumbre medieval de la iglesia de Santa María la Nueva, un templo románico. Así era el arte mudéjar, consecuencia de la convivencia entre cristianos y musulmanes en la España medieval. Varios de aquellos artistas decoraron un artesonado de estas características en la segunda mitad del siglo XIV para coronar la antigua nave central de Santa María. Durante los trabajos de recuperación de la cubierta, los operarios hallaron los restos de la antigua techumbre. Las tareas de limpieza de la madera policromada que se realizan en la ermita de Los Remedios revelan ahora escenas fantásticas protagonizadas por animales y seres mitológicos junto a atauriques, un tipo de decoración vegetal típica mudéjar.

Las labores de conservación cuentan con la particularidad de realizarse a la vista de los zamoranos que acuden a la ermita. Allí, una restauradora de la firma salmantina Uffizzi, Ruth Sánchez Gándara, se encarga de limpiar los restos del artesonado, afectados por los xilófagos y la acción corrosiva del agua en un lugar de conservación tan improvisado como la cubierta de la iglesia cuyo techo decoró siglos atrás.

Basta con acceder a Los Remedios para entender que reunir ahora los antiguos restos para recuperar la instalación original es como acertar a completar un puzzle de miles de piezas. Además de las dos vigas principales -que presentan la mayor parte de las pinturas-, el conjunto se compone de ménsulas, el tablazón, la solera y los aliceres, las piezas que encajaban en el resto de la estructura colocadas de canto. «Hemos detectado que la pintura se aplicó sin ningún tipo de preparación de la madera, de ahí que las ilustraciones se encuentren tan mal», explica Ruth Sánchez.

En efecto, las apagadas tonalidades de los dibujos y las perforaciones son la viva muestra del pésimo estado de conservación y de la acción mordaz de los xilófagos, una enfermedad que, ahora sí, muchos siglos más tarde, experimenta su proceso de cura. No obstante, la riqueza artística de las representaciones se percibe sin problemas gracias a las catas realizadas ya y a las primeras tareas de limpieza aplicadas.

Tal y como describe la restauradora Ruth Sánchez, la primera de las vigas -en la que se han iniciado los trabajos de consolidación- muestra una extraordinaria colección de animales, algunos de ellos fantásticos. Escenas que protagonizan centauros, dragones y perros, además de patos e ibis, ave sagrada que puebla el valle del Nilo egipcio. El resto son atauriques, dibujos de un tipo de vegetación estilizada clásica del estilo mudéjar. En el papo de la viga -la parte más visible del artesonado desde el suelo-, figuras geométricas que mezclan colores y formas.

Un detalle, los autores de las pinturas realizaron la decoración en un taller y, posteriormente, la estructura fue trasladada a Santa María para ser colocada, tal y como demuestran los dibujos que permanecen casi intactos en lugares ocultos, imposibles de decorar una vez montada la techumbre.

Las piezas sueltas, como los aliceres, están repletas de «hojas trilobuladas con inscripciones de caligrafía árabe», informa la restauradora de Uffizzi, quien añade también la presencia en el tablazón de «cruces griegas con patas dobles inscritas en circunferencias con estrellas de ocho puntas».

Ahora sólo queda recuperar todas esas formas para que los zamoranos de ahora las perciban como lo hicieron los antepasados del final de la Edad Media. Para ello, Ruth Sánchez trabaja en la aspiración de la suciedad, la inyección de sustancias para neutralizar los xilófagos y una limpieza «no muy profunda» antes del barnizado final, sin «integrar» ninguna de las pinturas para respetar la obra original.