En «la boda del año» para Zamora, había otra protagonista, además de los novios, y esta no podía ser otra más que la propia tierra del contrayente y que ya es de adopción para la novia y su familia. Un verso de Claudio Rodríguez, querido amigo de juventud del padre de Fernando Martínez Maíllo, Zacarías Martínez, acompañaba cada menú en las mesas del banquete, delicadamente adornadas con calas flotando en agua dentro de recipientes de cristal. Las calas son las flores preferidas de Nereyda Blanco, flores acuáticas que formaban también su ramo de novia y que habían jalonado el pasillo hacia el altar. «Dichoso el que un buen día sale humilde y se va por la calle como tantos días más de su vida», reza el inicio del poema «Alto Jornal», que habla del amor a la tierra y al trabajo, de la tranquilidad de la conciencia y el deber cumplido, composición del poeta zamorano que quieren convertir en modelo de principios vitales quienes acaban de iniciar su vida en común.
Zamora estuvo presente en los vinos de los valles de Benavente y Toro, el agua de Calabor y todo el menú, desde el entrante consistente en vieras en hojaldre de pimientos de Benavente, tomate y cebollete de la huerta con vinagre de sidra y velo de queso de oveja, al carré del cochinillo con su jugo, cremoso de cuajada de leche de oveja zamorana a la manzana y su puré, que era el plato fuerte. Las setas tampoco faltaron en el primer plato, acompañando una exquisita merluza de pincho al vapor. Para finalizar, tras un especiado sorbete de manzana verde con té negro, cubo de vainilla con cremoso de chocolate y salteado de mango a la miel de brezo. Al frente de los fogones de El Ermitaño, andaba por supuesto, Pedro Mario.
Fue una boda de sorpresas y detalles. Sorpresas de homenaje a las madres del novio, Feli Maíllo y de la novia, Nereyda Chois, cuando sus respectivos hijos les hicieron entrega de sendos ramos de rosas blancas. O como cuando, a los postres, hizo su entrada la tuna de Zamora y la Rondalla benaventana, que cubrieron con la consabida capa de la estudiantina a una asombrada novia. Desconocemos si Nereyda Blanco sabía ya de los tiempos efímeros pero intensos en que Fernando Martínez Maíllo fue tuno en su primer año en la Facultad de Derecho, pero fue evidente que, a pesar del tiempo pasado, al presidente de la Diputación se le remueve la nostalgia de aquellos tiempos en los que finalmente tuvo que soltar la bandurria para dedicarse a los libros de texto. Conserva el entusiasmo estudiantil y una voz afinada y potente, que sostuvo con soltura la estrofa de la «guitaaaaarrraaa cantaora» acompañando a los tunos en el pasodoble de Julio Romero de Torres, el que pintó a la mujer morena.
A diferencia de la letra de la popular canción en aquel salón ni había sitio para el misterio ni, mucho menos, para la pena.
Otra cosa es si hablamos de romanticismo. Qué hay que ver como se le enternecieron los ojos a la novia cuando su esposo entonó «Para tu amor», la canción de Juanes que ya es «su» canción. La pareja abriría el baile, más tarde, con la misma música.
Los invitados acompañaron la celebración hasta bien entrada la noche. Los más madrugadores a la hora de retirarse fueron el presidente Herrera y Rajoy a los que ayer les esperaba un acto preelectoral en Salamanca. Los demás, entre los que se encontraban la presidenta de las Cortes, Josefa García Cirac, la secretaria de la mesa de las Cortes, Isabel Alonso, el diputado Antonio Vázquez, el delegado de la Junta, Alberto Castro, la alcaldesa de Zamora, Rosa Valdeón, el alcalde de Toro, Jesús Sedano el de Tres Cantos y que fuera secretario de Estado con Aznar, el zamorano José Folgado, el de Salamanca, Alfonso Fernández Mañueco y, por supuesto, el de Benavente, Saturnino Mañanes, además de concejales y empresarios, entre otros, disfrutaron de la fiesta que, para los más jóvenes acabó a altas horas de la madrugada, como requiere este tipo de ocasiones.
Todos ellos se llevaron de recuerdo regalos, entre ellos una botella de la DO Toro maravillosamente estuchado en cajas elaboradas por la asociación de discapacitados Afis.
