«Fue un hito en el panorama cultural de Zamora y para él, el arranque de una trayectoria larga y cuajada de éxitos», señaló ayer el vicepresidente del IEZ Florián de Ocampo, Miguel Gamazo, en la inauguración de la muestra «Bar La Golondrina. 1960-2010. Medio siglo del mural de Antonio Pedrero» que reúne en la iglesia de la Encarnación la obra y los muchos bocetos realizados por el pintor zamorano. El artista, muy emocionado, dedicó la exposición a sus padres y sus hermanos al tiempo que habló de que la exhibición «es la historia de un cuadro y de una historia interior».

Antonio Pedrero comenzó la obra «un poco por capricho», atestigua. Las horas que pasaba en el bar familiar, situado en las inmediaciones de la iglesia de San Juan, le hicieron observar «a muchas personas interesantes desde el punto de vista psicológico». Cada uno de los personajes pintados, «por interés plástico y estético», dispone de un estudio detallado en carboncillo que puede observarse en la muestra, salvo Manuel de Dios, cuya cabellera está presente en la obra. «Era conocido en toda Zamora por su pelo», detalla el artista.

El cuadro mide 4,50 por1,50 metros, lo mismo que la pared para la que fue ideado, está hecho al modo renacentista, a decir del artista, y compositivamente está formado por medios círculos cortados por una horizontal y líneas verticales, ya que «me interesaron los grupos de amistades», afirma el autor que optó por la paleta del blanco, rojo y ocres. Así uno de los conjuntos lo forman distintas personas relacionadas con oficios y otro lo conforman los intelectuales Claudio Rodríguez, Ramón Abrantes y Julio Mostajo. En la pieza también tienen cabida el señor Matías, el conserje del Museo Provincial de Bellas o un cantaor gitano así como los hermanos Pedrero, situados al otro lado de la barra, y... hasta un total de 22 personajes, todos ellos con sus gestos y en sus lugares habituales en el bar.

Pedrero inició la obra en su estudio de Magistral Erro y lo concluyó en un almacén municipal, que estaba situado en la última planta del edificio que ahora alberga la Policía Municipal, «por las dimensiones que había tomado la obra», señala el artista que trabajó más de dos años en la pieza.

Además del mural, cedido por Caja España propietaria de la obra desde 1982, y los bocetos, en manos de la Fundación Caja Duero, la exposición cuenta con dibujos que conservaba el autor y otros bocetos que éste regalo a amigos que permiten conocer los orígenes del bar y toda la historia del cuadro.

Julio Mostajo, uno de los retratados, subrayó ayer su «gran satisfacción por la iniciativa» porque «he estado muy vinculado a Pedrero. He visto sus triunfos y sus malos momentos», reconocía a la par que mentaba, con gran emoción, a los muchos personajes ausentes. Otro de los captados en la obra, Eduardo Pedrero, remarcó que el cuadro plasma «una época difícil para la familia, ya que mi madre viuda luchaba entonces por sacarnos adelante». «Es la historia de una época de Zamora y de unos personajes con sus propias historias», enfatizó. También aludió a que cada retratado «representa distintas funciones en la sociedad local». «La obra debería de conservarse toda unida ahora que la fusión de las cajas lo puede posibilitar», añadió.

La artista María José Rodríguez Tobal manifestó su sorpresa por «la ingente cantidad de bocetos a carboncillos del cuadro» que Pedrero efectuó. Por su parte José Luis Cooomonte declaró: «para Zamora esta muestra podría ser un motivo de arranque de un museo de arte contemporáneo». «Se trata un cuadro que muestra una concelebración con el vino y las tapas» y «Pedrero realiza un trabajo ímprobo con unos bocetos de gran tamaño».

En unas semanas se presentará el catálogo de la muestra que recogerán los inicios del establecimiento con un texto explicativo de Ana Pedrero, los bocetos del cuadro, un apartado de críticas a la obra así como testimonios sobre el cuadro y sobre Antonio, escritos por Claudio Rodríguez, Miguel Gamazo o José Navarro Talegón, entre otros.