Habla muy deprisa, desde un teléfono militar y se le entrecorta la voz. Se le nota que está emocionado y cansado a la vez. «Acabamos de llegar, después de un viaje de diecisiete horas, pero ya estamos aquí», explica el teniente coronel zamorano Vicente González. De momento, están en una base del Ejército español en Afganistán, en la provincia de Badghis. Cerca de la ciudad de Qala-i-Naw, donde en agosto fallecían en un atentado dos guardias civiles españoles y un traductor que adiestraban a la policía afgana.

«No puedo hablar mucho pero cuenta que está aquí otro zamorano conmigo, el sargento Prieto Domínguez», indica. Lejos de todo protagonismo, el teniente coronel quiere que se reconozca la labor de sus compañeros. El lunes partían desde el aeródromo militar de Santiago de Compostela treinta soldados españoles, entre ellos dos mujeres.

La imagen habitual del teniente coronel Vicente González en las fotografías es con su uniforme de camuflaje y sonriendo. Así, precisamente, se mostraba el militar zamorano momentos antes de partir a la que será una de sus misiones más difíciles, «acompañar, adiestrar, instruir y tutelar» a una brigada de nueva creación del ejército afgano para que consiga hacerse con el control del país. «Iremos donde ellos vayan», asegura.

El contingente en el que viajan los dos zamoranos pertenece a la Brigada de Infantería Ligera Aerotransportada (Brilat). Ante los medios de comunicación, antes de subir al avión que lo llevaría a Afganistán, el teniente coronel quiso destacar «el buen ánimo» de los soldados españoles. Casi todos los militares que viajan al país islámico son altos cargos del Ejército español con amplia experiencia en misiones de paz. El militar zamorano afirmó que era un «honor» llevar a cabo esta misión. Será el primer contingente español que se hace cargo del adiestramiento de los militares afganos que no logran un estado de paz estable en su país.

El teniente coronel zamorano aseguró también que tratarán de cumplir su objetivo «en solitario, aunque estaremos en contacto con las fuerzas americanas e italianas», desplegadas también en la zona.

Aunque es un hombre muy curtido en misiones de paz, González sabe que su labor en esta ocasión se desarrollará en «un país peligroso y el riesgo es evidente». Pero, con su tranquilidad habitual, explicó que «no es un riesgo diferente al que se enfrentan el resto de compañeros que están allí desplegados».

Vicente González llegaba ayer al que será su destino durante los próximos seis meses con el mismo entusiasmo con el que ha enfrentado todas sus misiones. «Es mi trabajo y cuando algo se sale de la rutina diaria se acoge con mucha ilusión y ganas», subraya.

El teniente coronel, que reside desde hace años en Pontevedra, lleva toda su vida dedicado al ejército y gran parte de ella en misiones de paz. Ha estado en Bosnia, en Kosovo con el Batallón Zamora, Albania, Irak y Líbano. Ahora toca Afganistán, una misión para la que, después de tantos años, está sobradamente preparado. Esta labor «es un reto y un desafío», dice. Y demuestra tener la misma ilusión que cuando comenzó, a pesar de que en el camino ha dejado algunos amigos y compañeros caídos en accidentes o atentados. «Queremos hacerlo y queremos hacerlo bien», enfatiza.

La presencia del ejército español en Afganistán está avalada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y ha sido solicitada por el Gobierno afgano.

Al aeródromo militar de Santiago de Compostela acudieron a despedirles amigos y familiares que expresaron su preocupación, a pesar de la tranquilidad que siempre transmite el teniente coronel zamorano.