No hubo para todos. El obsequio de un teclado con lector electrónico fue un incentivo demasiado goloso como para rechazarlo y al final la masiva afluencia a la última conferencia programada con motivo del XXV Aniversario de la Oficina Municipal de Información al Consumidor superó todas las previsiones. Cerca de una veintena de los 140 asistentes se tuvieron que ir con las manos vacías porque las existencias del preciado «souvenir informático» llegaron a su fin.

Entre los receptores se encontraba un elevado volumen de personas mayores, asiduas a las conferencias pero en la mayor parte de los casos sin demasiados conocimientos informáticos. «Yo se lo llevo para mi sobrino» reconocía ayer una mujer de avanzada edad que atendió pacientemente toda la conferencia sobre la «Regulación de las comunicaciones electrónicas y su impacto sobre los usuarios». Otro anciano tampoco tuvo ningún reparo en reconocer que «el teclado es para mis hijos», aunque aseguró que la charla le había resultado «muy interesante».

A los organizadores del evento no les salían las cuentas y mientras la conferencia transcurría en el interior de la sala de conferencias de La Alhóndiga daban aviso al Ayuntamiento de que los 40 teclados existentes inicialmente iban a ser insuficientes para la avalancha de personas que se agolparon en la sala e incluso atendían la ponencia de pie. Ajena al revuelo generado, Sandra Carmona, de la Dirección de Estudios y Estadísticas de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones, realizaba un repaso pormenorizado de la vertiginosa evolución experimentada por el sector de las telecomunicaciones en los últimos veinte años. Antes de que acabara su intervención, el propio concejal de Protección Ciudadana, Francisco Javier González, acompañado de un técnico municipal salvaban la situación al traer seis cajas más con otros cien teclados.

La conferencia llegó a su fin y las dos encargadas de entregar los ordenadores intentaban poner orden entre las numerosas personas que se arremolinaban alrededor de las cajas apiladas. A medida que se iban agotando las existencias los criterios para distribuir las unidades se fueron endureciendo. Si inicialmente el requisito era recoger un único teclado por unidad familiar, lo que excluía a los acompañantes, al final se acabó pidiendo el DNI electrónico de los asistentes para demostrar que realmente iban a utilizar el teclado. Una condición que generó la indignación de algunos de los presentes. «Yo soy una de las pocas personas que he venido a todas las conferencias y ahora resulta que no me dan un teclado porque se me ha olvidado el DNI en casa», se lamentaba uno de los asistentes. Por ello anunció su intención de presentar una queja en la Oficina Municipal del Consumidor, precisamente entidad homenajeada con estas jornadas.

Ante las quejas de la veintena de desafortunados que no habían recibido el obsequio, la decisión salomónica fue inscribirlos en una lista para hacerles entrega de los teclados en un plazo de quince días en las oficinas de la Oficina Municipal de Información al Consumidor.

En todo caso, los más de 140 asistentes contrastan con la escasa veintena de personas que habían acudido a las anteriores conferencias, con lo que la eficacia del reclamo empleado queda más que demostrada.