José Antonio Pascual, que dictó ayer la conferencia inaugural en la Universidad barcelonesa Pompeu y Fabra, confesaba a este periódico: «Sabía que tenía posibilidades. Sin embargo, no me lo esperaba. Soy muy trabajador, pero no un fuera de serie».

Era el de siempre: sereno, incisivo, irónico, bonachón, generoso. Recordaba, mientras esperaba el embarque en el avión en el aeropuerto del Prat, que «existen cosas que parecen importantes. Y además, ya se sabe, hay que estar en el sitio oportuno en el momento oportuno». Señalaba un gran candidato al premio: el académico Ignacio Bosque. «Yo estaba más bien en la situación de espera. Hay tantos investigadores en el campo de las Humanidades..., y me ha tocado». La realización del Diccionario Histórico «puede haber influido». Y en cuanto a la argumentación del jurado, apuntaba: «No se me hubiera ocurrido una justificación mejor».

La lúcida laboriosidad de Pascual es muy alta. El Diccionario, que dirige, «va muy bien». Y, para eso, emplea un símil arquitectónico: «Estamos en los planos del edificio. Quizá es lo más apasionante». Y esa tarea se prolongará «durante dos años más». El salmantino, que es catedrático de Lengua Española en la Universidad Carlos III de Madrid, cree que será una obra de suma importancia. El profesor ha puesto gran dedicación en ella, lo que, unido a su talento y preparación, deparará un estudio riguroso, imprescindible para lingüistas, filólogos, profesores...y, también, para escritores y lectores, pues bueno es saber la riqueza que nos viene dada por los hablantes de otros tiempos.

Pascual (1942), que ingresó en la Real Academia el 10 de marzo de 2002 -sucedió en el sillón «k» a Rafael Lapesa y su discurso versó sobre «La historia como pretexto»-, explica que actualmente «sabemos del pasado léxico del español mucho más de cuanto nos es desconocido». Y eso no debe tenerse por producto «de la casualidad, sino el resultado de un denodado esfuerzo» realizado durante el pasado siglo por otros relevantes lingüistas. Alguna vez ha dicho, asimismo, que «las palabras viven al día» Y, por eso, «su historia se esfuma pronto. El lingüista, coautor con Joan Corominas del «Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico» y ex director del Instituto Cervantes en París, posee una gran capacidad de trabajo. Y ésa constituye otra de las características que destacan sus compañeros académicos.

El lexicógrafo es, según la definición de Angel Martín Municio, «una de esas personas integrales en el campo de la cultura. Necesitamos en la Academia personas de esta anchura intelectual». Su candidatura a la Docta Casa estuvo avalada por Fernando Lázaro Carreter, Martín Municio y Francisco Ayala. También lo hacía su trabajo anterior: fue catedrático en la Universidad de Salamanca y fundó la Revista de la Sociedad Española de Lingüística Aplicada. Su labor docente e investigadora ha sido, desde antaño, fructífera y reconocida.