Morales de Toro ha sido, trágicamente, noticia durante los últimos días. La pequeña villa zamorana ha copado portadas que nunca querría haber visto. La habitación del horror, abierta de par en par por el aciago suceso de venta de seres humanos, ha causado pavor, desconcierto y rabia entre las gentes moralinas. Desde un primer momento, la noticia pilló a pie cambiado a los habitantes de este pequeño pueblo -que se mostraban reacios a pronunciarse sobre el hecho-, incrédulos ante la gravedad de la situación. Podría pensarse que esta situación era fruto de la apatía, pero el alcalde socialista -Luis Segovia- ha querido salir al paso aclarando que los vecinos sí que están preocupados por lo acaecido. Del mismo modo, el primer edil moralino ha realizado una defensa de la población rumana local (nacionalidad de origen de las víctimas y los familiares encausados), señalando que "no hace falta ser de una nacionalidad concreta para robar, extorsionar o matar a alguien". Estas declaraciones pretenden alejar la mácula del racismo ante lo sucedido y no dar pábulo a ningún tipo de trampantojo xenófobo.

En cuanto a lo sucedido, el operativo policial continúa aportando novedades sobre el caso de trata de seres humanos en Morales de Toro, en el que agentes de la Policía Nacional liberaron a dos menores, de 16 y 17 años de edad y nacionalidad rumana, que habían sido vendidas por su propia hermana a otros clanes a razón de 10.000 euros por cada una de ellas para contraer matrimonio forzoso. Según indican fuentes oficiales de la Policía Nacional, las menores huyeron de su domicilio familiar, situado en una localidad vallisoletana, tras sufrir abusos sexuales por parte del padre y se refugiaron en casa de su hermana mayor, en el pueblo de Morales de Toro. Una vez allí, la hermana y el marido de esta negociaron la venta de las dos chicas a otros clanes para concertar matrimonios forzados. En total, el operativo de las fuerzas de seguridad ejecutó la detención de un total de siete personas, entre Zamora y Valladolid, de las cuales 5 han sido puestas en libertad. Por su parte, el cuñado de las menores ha ingresado en prisión sin fianza y la hermana de las mismas ha quedado en libertad con cargos.

Las últimas pesquisas acerca del caso han dejado un par de novedades significativas. Hasta el momento no había trascendido el por qué del traslado de las jóvenes desde su residencia en un municipio vallisoletano, hasta la casa de su hermana en Morales de Toro; únicamente se conocía que se dicho cambio se había producido a causa de un problema familiar. La Policía Nacional informa que las dos jóvenes, que ahora se encuentran en un centro de acogida a salvo, huyeron del municipio de Valladolid "al haber sido víctimas de abusos sexuales por parte de su padre".

El horror no finalizó ahí para las pequeñas. Ya que una vez en casa de la hermana, el marido de esta también abusó sexualmente de una de las menores antes de proceder a su venta por un precio de 10.000 euros a un clan familiar que reside en una localidad vallisoletana. La otra víctima había sido vendida previamente, por el mismo importe, a un grupo familiar afincado en el pueblo toresano.

Sin asistencia médica

Entre las muchas tropelías que envuelven este caso de negocio con seres humanos, todavía hay sitio para un abuso más. Según ha podido constatar la investigación de la Policía Nacional, una de las menores se encontraba enferma en la casa de la familia que la compró sin recibir asistencia médica, ya que según impuso la matriarca del clan, no era necesario. La hermana mayor, que actualmente se encuentra en libertad con cargos, afirmó -en declaraciones a Antena 3- que la menor enferma está embarazada.

Todo comenzó el pasado mes de noviembre de 2017. Cuando los agentes tuvieron conocimiento de la existencia de un clan, asentado en una localidad de Zamora, que habría vendido a dos menores de su mismo núcleo familiar a otros clanes vecinos tras cobrar 10.000 euros por cada una de las jóvenes.