Una vez más la despoblación planea la actualidad de Toro. Esta problemática, que aqueja a toda la provincia en su conjunto, se ha instalado en la agenda local con la asamblea informativa que el pasado sábado ofrecieron los integrantes de la Coordinadora del Mundo Rural. La cuestión, que amenaza en convertirse en monotema, continúa agravándose de forma inexorable; aventurando un final por todos conocidos, pero no por ello menos traumático. La marginalidad de los pueblos, a la que aludían los miembros de la iniciativa rural en su documento base, aboca a todo aquel que desee prosperar a mudarse a los núcleos urbanos. No obstante, el problema de la despoblación no solo ha afectado a los vecinos naturales de nuestras villas, sino que los extranjeros que habían elegido el mundo rural como su medio de vida han emprendido el viaje de vuelta a consecuencia de la falta de oportunidades.

Toro perdió 141 personas en el año 2017, reduciendo su cifra total hasta los 8.974 habitantes. Estadísticas que no se registraban desde la posguerra española. Según los datos publicados por el INE y la web demográfica "Foro-Ciudad", el 46,37% (4.161 personas) de los residentes empadronados en el municipio toresano son oriundos del mismo; el 29,3% (2.629) llegaron desde otros pueblos de Zamora; el 10,47% (936) emigraron desde otras provincias castellanoleonesas; el 7,39% (663) desde otras comunidades autónomas y el 6,52% (585) arribaron a la ciudad de Doña Elvira procedentes de otros países.

En el último año, Toro ha perdido 17 inmigrantes. Pero, ¿cómo ha evolucionado la población inmigrante durante los últimos años en la ciudad? ¿Ha aumentado? ¿Ha disminuido? ¿Cómo le ha afectado la crisis económica?

Para dar respuesta a estos interrogantes hay que remontarse hasta principios del siglo XXI, cuando Toro comienza a convertirse en un municipio receptor de inmigrantes. En 2001, el patrón municipal contaba solo con 100 personas nacidas en otros países, un 1,08% de la población total (9.224). Desde ese momento, y espoleados por la bonanza económica y las oportunidades laborales (especialmente en la construcción) de las que gozaba el país, el número de personas extranjeras comienza a crecer exponencialmente, llegando a septuplicar la población inmigrante en menos de una década. Entre el 2009 y el 2012, Toro alcanza su mayor cifra de población foránea con 750 residentes; lo que suponía más de un 7,5% de los vecinos locales.

No obstante, la tendencia comenzó a cambiar en la postrimerías del año 2012, cuando la cifra de residentes inmigrantes comenzó a mermar, casi con toda seguridad a consecuencia del recrudecimiento de la crisis, hasta situarse ahora mismo en los 585 habitantes (un 22% menos que hace 5 años), sumando más de un lustro de pérdidas continuadas y ofreciendo los guarismos más bajos desde el bienio de 2007 y 2008.