Ayer, la ciudad de Doña Elvira tuvo el honor de acoger entre sus calles un enlace nupcial. En este caso, durante la jornada sabatina, el Ayuntamiento de la ciudad abrió sus puertas para acoger la Tradicional Boda de Carnaval Infantil. El himeneo tuvo como protagonistas a Aarón Castro Alonso, en el papel del novio, y a Medea Hernández Pérez, en el de la novia; quienes contaron con el apadrinamiento de María y José Ramón. El enlace ficticio no solamente se entronca dentro de las actividades lúdicas propias de la fiesta pagana, sino que es un canto con el que el municipio de Toro homenajea sus costumbres, su cultura y su tierra.

De acuerdo con las tradiciones, los contrayentes acudieron hasta las puertas del Consistorio, ataviados con sus impolutos trajes regionales, cuando se cumplían las 17.30 horas en la torre del reloj. En esta ocasión, el novio -tal y como manda el protocolo- acudió hasta la Plaza Mayor con vestimenta oscura, capa negra, fajín rojo, medias caladas y gorro ligeramente ladeado. Por su parte, la pequeña esposa vestía un vestido tradicional claro para arriba, falda morada y negra y un mandil eminentemente verde. Tras la primera de las muchas sesiones de fotos que acontecerían durante la boda, la comitiva nupcial se dirigió -a través de la escalinata consistorial- al salón de plenos, donde Sara Pérez, concejala de Cultura, oficiaría la ceremonia.

Una vez comenzó el enlace, los novios se aprestaron a prometer sus votos y a sellar su compromiso con un fugaz beso, animado por los "que se besen" entonados por el público allí reunido. Este año, se incorporó la lectura de un breve manifiesto, por parte de los recién casados, en el que ensalzó el significado de la tradición y se agradeció el apoyo de los familiares de los protagonistas y de la ciudad de Toro. A continuación, la comitiva matrimonial acudió hasta la plaza de toros donde se celebró el baile nupcial, para posteriormente regresar al Ayuntamiento y disfrutar de una merienda fraterna.

El legado de un pueblo

La palabra acervo, según la primera acepción que le concede el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, es el conjunto de valores o bienes culturales acumulados por tradición o herencia. Durante estas fiestas de Carnaval en Toro, este término que evoca la historia, el carácter y el legado de un pueblo, se vuelve más precisa que nunca. Celebraciones como la Tradicional Boda de Carnaval Infantil, en la que la ciudad se congrega para disfrutar de las viejas costumbres, nos recuerdan la importancia de preservar aquellos rasgos que definen a una sociedad. Si bien no todas las tradiciones, como se ha demostrado a lo largo de la historia, han de sobrevivir al paso del tiempo, actos como el enlace de la tarde de ayer traen a la memoria la riqueza que engloba el entorno rural, tan denostado y olvidado por las sociedades modernas en las que se edifica nuestro mundo.