Grandes, pequeños, medianos, revoltosos, simpáticos, cariñosos, miedosos y hasta babosos. El concurso de disfraces de mascotas, que se celebró en la carpa instalada en la Plaza Mayor de Toro, reunió cánidos de todos los tipos, colores y gustos. Este año, cerca de una veintena de perros -ataviados con vestimentas de todo tipo- desfilaron delante de toda la ciudad acompañados por sus dueños, que en su mayoría fueron niños disfrazados a juego con los animales. Este evento, que se ha convertido en uno de los actos principales de esta Fiesta de Interés Regional, sirve para abrir boca en el día más infantil del Carnaval toresano. Sin duda, el espectáculo ofrecido por los peludos y los infantes, es el momento más "mono" de la fiesta pagana.

Como cada año, los disfraces de los animales oscilaron entre el eclecticismo y la originalidad. La tradición toresana también tuvo algo que decir durante el espectáculo canino; un par de participantes optaron por evocar la Fiesta de la Vendimia y su principal imaginería: un pequeño can, acompañado por una jovencísima vendimiadora, hizo las veces de burrito arrastrando un carro miniaturizado repleto de uvas; el segundo cermeño, algo más talludito, nos mostró a Koldo, un bóxer de 40 kilos, vestido como las mozas de antaño y repleto de una vitalidad desaforada.

En el apartado de perros pequeños, destacaban un par de Yorkshire, que cual párvulos de alta cuna, iban sobre una cochecito de bebé y los paseaba una cuidadora muy solícita. También acudieron a la cita la Bella y la Bestia, aunque esta vez el peludo de cuatro patas inspiraba cualquier cosa excepto terror. Un pequeño cachorro de apenas mes y medio y un Schnauzer vestido de fregona cerraron el apartado de animales de pequeño tamaño.

A continuación, el espectáculo llegó a la parte estrambótica con la presencia de Superman y su perro vestido cual petimetre de la corte de Luis XIV, un Papa Noel peludo y un chucho con el avituallamiento necesario para protagonizar la próxima película de Marvel, alas plateadas incluidas.

El momento alternativo del espectáculo llegó de la mano de un joven pastor y su particular mascota. El zagal apareció sobre las tablas del escenario con un tostón, engalanado con un tutú y un clavel rosa a juego con su tegumento natural. La originalidad y el salero del animal le sirvió a su dueño para alzarse con el primer premio: 60 euros en productos para animales de compañía y un estuche de vino de la tierra. La terna de ganadores la completaron la pareja de yorkshide y el carromato en miniatura de la Fiesta de la Vendimia.