La iglesia de Santa María de Arbas abrió ayer sus puertas para acoger a la primera quinta nacida fuera de la centuria de 1900. Un total de 65 jóvenes toresanos, que durante este año irán cumpliendo la mayoría de edad, se dieron cita en el templo local para tomar partido en la tradicional fiesta que antaño conmemoraba la marcha de los mozos al servicio militar y ahora, de una forma más inclusiva, homenajea la entrada en la vida adulta de los chavales de la ciudad. Como ya es costumbre, los chicos vestían trajes oscuros; mientras que las mujeres optaron por tacones y vestido en su mayoría. Por su puesto, la iglesia estaba abarrotada por las familias de los jóvenes: padres, abuelos y hermanos se agolpaban orgullosos en el interior del edificio para disfrutar de una celebración con profunda raigambre por estas tierras.

Como manda la tradición, la jornada comenzó con una eucaristía desde las nueve y media de la mañana. Allí, los 65 muchachos recibieron la bendición de la virgen y los consejos y parabienes del párroco local José Luis Miranda. El clérigo recurrió al aspecto iconográfico de la mili para preguntar a los jóvenes si ya tenían "preparado el petate", en clara alusión al paso que esta festividad representa: la entrada en la vida adulta. En esta línea, el sacerdote pidió la protección de la virgen para que los quintos consigan con su labor "un futuro mejor". Una vez finalizada la eucaristía, chicos y chicas finalizaron el culto católico con la interpretación de la copla, escrita por Manuel Gato "Fancho" y compuesta por David Rivas, en lo alto del presbiterio.

Tras este primer acto, y la consecución de una cantidad innumerable de fotos para el recuerdo, los nacidos en el año 2000 se separaron por género. La tradición establece que los quintos, que antaño solo eran hombres (al ser los únicos a los que se les permitía cumplir el servicio militar), vayan de casa en casa cantando la copla y repartiendo pasquines. Con la inclusión de las mujeres en esta celebración, los hombres mantienen la costumbre de procesionar de puerta en puerta durante todo el día, pero las mujeres reparten lazos entre los viandantes y recaudan fondos que habitualmente se emplean para sufragar la comida que se realiza al mediodía. Precisamente antes de esa comida, el grupo de jóvenes se volvieron a reunir el Ayuntamiento, donde fueron recibidos por el alcalde Tomás del Bien, para cantar la copla de forma conjunta. Estas visitas, que también suelen contar con la presencia del concejal de Juventud, Roberto Asensio, distan mucho del clásico acto protocolario y se caracterizan más por el ambiente distentido y ameno que se respira. Este es uno de los momentos que más disfrutan los protagonistas del evento, ya que además de interpretar la copla en el salón de plenos, los quintos suelen aprovechar para sacarse fotos en las instalaciones del Consistorio y saludar a los familiares desde el balcón del edificio.

Una vez finalizada la visita al Ayuntamiento, los chavales toresanos volvieron a dividirse. Las chicas acudieron a disfrutar de su comida en el restaurante "Rejadorada". Mientras que los mozos volvieron a su recorrido por las casas de la ciudad, para continuar comiendo y bebiendo. Con la llegada de la noche, y como si de una maratón fiestera se tratase, todos los quintos disfrutaron de una show junto a familiares y amigos en los que se repartieron bandas de miss y míster entre los quintos más votados.

Futuro

Un año más, la nueva generación celebra su quinta. Con la llegada de esta fecha palabras como futuro y tradición están en boca de todos. No obstante, también están encima de la mesa cuestiones como la despoblación, las oportunidades de trabajo y la emigración forzada. Aspectos, que en breve los jóvenes que ayer celebraban su quinta tendrán que afrontar para intentar conciliar su amor por la tierra y sus deseos de prosperidad.