Las peores previsiones sobre la pérdida poblacional en Toro no solo se han cumplido, sino que además se han agudizado con la llegada el nuevo año. En octubre de 2017, el Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó un informe provisional que advertía la caída por debajo de los 9.000 habitantes en el municipio toresano por primera vez desde la década de los 40. Los números fijaban en 8.980 el número de personas censadas en la ciudad de Doña Elvira; finalmente los reyes han traído carbón y la cifra al cierre del curso pasado cayó hasta los 8.974 residentes, guarismos que no se conocían desde hace casi 80 años, en plena época de posguerra española.

En tan solo un año, la localidad toresana ha perdido un total de 141 personas. El 2017 ha sido, junto con 2013 (-206 habitantes) y 1999 (-282), el peor año en cuanto a pérdida poblacional se refiere de las últimas dos décadas. Con este último curso Toro encadena nueve anualidades seguidas perdiendo población desde el año 2008, cuando la cifra de habitantes se situaba en 9.850. Desde el inicio de la crisis, el municipio zamorano ha perdido una suma de 876 residentes; lo que supone una pérdida de casi el 9% del censo toresano en tan solo una década, 9 años exactamente. La ciudad, por tanto, merma a una media de 1% por año desde que comenzara la sangría poblacional en el año 2009.

Echando la vista atrás, Toro no ha sufrido grandes variaciones en su masa poblacional desde la segunda mitad del siglo XX. Fue durante los primeros 50 años de la anterior centuria cuando la población decreció y creció de forma más abrupta, el resto de décadas hasta nuestros días el censo de residentes se ha mantenido más o menos estable, a excepción de estos últimos 10 ejercicios ominosos que amenazan con convertir a Toro en una ciudad menor.

Según los datos relativos a las poblaciones de hecho entre 1900 y 1991 facilitadas por el INE, el municipio toresano comenzó el siglo pasado con más de 8.000 vecinos viviendo entre sus calles. En las décadas de los 20 y los 30 el número de habitantes merma hasta los 7.500; en los años 40 la localidad recupera las cifras de inicio de siglo, siendo la década de 1950 la que espolea el crecimiento poblacional por encima de los 10.000 toresanos debido al famoso "baby-boom" y la construcción de los canales de riego Toro-Zamora y San José. Una vez llegados a 1970, y seguramente como consecuencia del éxodo rural que vivió el país entre 1950 y 1980, el número de personas censadas en el hogar de la Colegiata baja de los 10.000 habitantes y comienza a perder ciudadanos de forma muy paulatina hasta el año 2002, cuando los guarismos indican que 9.079 personas se encuentran residiendo en el municipio zamorano.

Desde ese año, y como consecuencia de los años de bonanza económica que vive el país, el censo llega en 2008 hasta los 9.850 vecinos; estadísticas que no registraba el INE en esta localidad desde los años 70. Pero entonces llega la quiebra de Lehman Brothers, la crisis financiera azota a todo el globo y en España la burbuja inmobiliaria explota de forma traumática. La ciudad de Toro ha perdido desde entonces cerca de 900 habitantes, un ritmo de despoblación imposible de aguantar para una comunidad que observa cómo sus hijos marchan petate en mano a las grandes urbes en busca de trabajo, oportunidades y prosperidad.