La campaña remolachera en la Azucarera de Toro ha entrado en su recta final y, en principio, la recepción de raíz podría concluir la próxima semana. La compañía remolachera apuntó ayer que la campaña de molturación en la fábrica toresana sigue al pleno rendimiento y que se está desarrollando con normalidad, tanto en cuanto a los arranques como en las entregas de raíz. Además, subrayó que la finalización de la recepción está prevista para el 12 de enero y que, hasta el cierre de la campaña, la Azucarera de Toro no solo recibirá la raíz de los remolacheros de la zona, sino que también podría absorber parte de la que no ha podido ser entregada por los cultivadores en Miranda de Ebro.

Y es que la factoría burgalesa concluyó ayer la campaña de recepción de raíz aunque durante las últimas semanas, tal y como puntualizó Azucarera, el ritmo de arranque ha sido ligeramente inferior al planificado debido a las precipitaciones registradas en la zona de Álava y que han impedido realizar la extracción en cerca de 85 hectáreas. Por este motivo y para adaptarse a las necesidades de los agricultores, Azucarera ha puesto de disposición de los remolacheros que no han podido extraer la raíz y que tenían previsto entregar en Miranda de Ebro, las fábricas de Toro o La Bañeza, en las que podrán depositar su remolacha, sin coste añadido en cuanto al transporte. La Azucarera de Toro fue la primera en abrir sus puertas a la recepción, ya que la campaña comenzó el pasado 3 de octubre y, en principio, tiene previsto recoger alrededor de 800.000 toneladas de raíz, mientras que la polarización media, según los datos aportados por la compañía, ronda el 18,15%. En principio, la campaña remolachera se prolongará más de cien días en la fábrica de Toro. Aunque la campaña remolachera se está desarrollando con normalidad en la zona norte, los efectos de la sequía también se han dejado notar en el cultivo y, en el caso concreto de Toro, alrededor de 900 hectáreas han sufrido los efectos de la escasez de agua. En estos casos, Azucarera ha sometido a los cultivos afectados a una monitorización constante por parte de los equipos técnicos de las fábricas con el objetivo de proporcionar recomendaciones agronómicas que permitieran hacer frente al déficit hídrico, así como para adaptar los planes de arranque a las condiciones particulares de cada explotación.