Cerca de ocho años ha empleado el arquitecto y doctor en Historia, Claudio Ignacio Pedrero Encabo, en la redacción de su tesis doctoral, basada en el proceso de edificación del monumento más emblemático de Toro: la Colegiata. Parte de esta exhaustiva investigación ha sido recogida en el libro "Toro y su Colegiata. La construcción del templo en los siglos XII y XIII", publicado por el Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo, dentro de su colección "Tesis Doctorales". Pedrero Encabo desgranó ayer en la Biblioteca Pública de Zamora parte del contenido de este libro, que es el resultado de años de investigación y de innumerables visitas al templo para recopilar información, trabajo que ha servido para descubrir algunos aspectos "sorprendentes" e inéditos del proceso constructivo de la Colegiata.

Al margen del resultado, Pedrero considera que esta investigación le ha permitido establecer un vínculo especial con la Colegiata y "sentirla como propia". En cuanto a su tesis doctoral, resaltó, por encima de las conclusiones obtenidas, la metodología de trabajo utilizada o las fuentes de información a las que ha recurrido para obtener datos inéditos sobre el proceso de construcción del templo. A modo de ejemplo, destacó el empleo de sistemas de medida de alta precisión, que permiten trabajar con una documentación gráfica "muy fiable".

A través del estudio de la geometría de la planta de la Colegiata, Pedrero ha podido constatar que el primero de los cinco maestros que intervinieron en la construcción del monumento toresano, ideó una deformación perspectiva, pensada en la percepción del ojo humano, de tal manera que el templo se va estrechando hacia los pies, ya que las líneas convergen unos 600 metros más allá del edificio. Otro ejemplo de los resultados obtenidos gracias a esta medición de alta precisión es la constatación de que la bóveda de cañón de la nave central no fue construida de forma unitaria, sino en tres tramos.

No obstante, para Pedrero el hallazgo "más sorprendente y atractivo" de cuantos ha reflejado en su tesis doctoral es el de un dibujo grabado en el costado de un capitel de la nave norte y que refleja la deducción gráfica de la raíz cuadrada de dos. Para el arquitecto "es una suerte" que se haya conservado este dibujo porque "no hay muchos ejemplos de la utilización de estos recursos gráficos en la arquitectura medieval", sobre todo porque responden a conocimientos que "se mantenían y transmitían en secreto". De su exhaustivo estudio del templo, Pedrero también ha destacado que en la Colegiata se conservan cerca de 8.000 marcas de canteros, que corresponderían a un centenar largo de talleres. Además, en la evolución que se sigue en las grafías de algunas de estas marcas se puede intuir la posible continuidad de generaciones de maestros canteros, dado que era costumbre que un nuevo cantero añadiese algún rasgo diferenciador al símbolo utilizado por su progenitor.

Estos y otros aspectos inéditos del proceso seguido en la construcción de la Colegiata de Toro fueron expuestos ayer por Pedrero en la presentación de parte de su tesis doctoral, acto en el que estuvo acompañado por Daniel Villalobos Alonso, arquitecto, profesor y director del Museo de la Universidad de Valladolid, además de coautor del prólogo y por María Isabel Val Valdivieso, catedrática de Historia Medieval de la Universidad de Valladolid y que también ha colaborado en el prólogo. Marco Antonio Martín, vicepresidente del Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo también participó en la presentación de la investigación de Pedrero que ha sido publicada en la colección "Tesis doctorales".