Desde el pasado 3 de octubre, fecha en la que comenzó la campaña de recogida de remolacha en Toro, la fábrica de Azucarera ha recibido de estas tierras la suma de 490.000 toneladas de raíz. La ausencia de lluvias durante todo este 2017 y las altas temperaturas registradas durante la temporada estival han afectado a los cultivos de esta planta reduciendo la cantidad de kilos recogidos por hectárea. Tal y como ha declarado a este diario Fernando García, responsable de COAG del sector remolachero en la provincia, "la remolacha presenta una riqueza superior que en pasados ejercicios, pero los kilos nos están fallando a consecuencia de la dura sequía sufrida". La zona más afectada son las 900 hectáreas correspondientes a las tierras de labranza del canal de San José, que desde finales de julio no han recibido una gota a causa del corte de agua que sufrió toda la comunidad de regantes.

Para esta campaña, Azucarera ha establecido un aforo de 750.000 toneladas para los cultivadores de remolacha del alfoz toresano. No obstante, Fernando García señala que "alcanzar esa cifra va a ser muy improbable teniendo en cuenta cómo se está desarrollando la recogida durante estos meses". Asimismo, según las previsiones del responsable de COAG la campaña finalizaría entre el 10 y el 15 de enero del año 2018.

En cuanto a lo que las heladas de estos últimos días se refiere, parece que no han agarrado en la tierra, como dicen habitualmente los cultivadores, y las cosechas de raíz no se han visto apenas afectadas por las duras condiciones.

2017 cierra el año como uno de los más complicados para el campo y para quien vive del mismo. Los cultivadores de remolacha se han tenido que enfrentar a varios problemas, de los que se podrían destacar tres: el impuesto sobre el azúcar que finalmente quedó en suspenso tras no entrar dentro de los presupuestos del año 2017; las quejas de los agricultores por no recibir el pago del azúcar que se encuentra en la corona de la planta y la aprobación del CETA por parte del Gobierno de España, que amenaza con la entrada de remolacha transgénica llegada de Canadá y con la que los productores españoles difícilmente podrían competir.