Las bases estaban muy claras: se telefonearía a los tres boletos afortunados por el orden de selección con un máximo de seis tonos por llamada. El primero tenía por nombre Pedro García, el encargado de llamar fue el presidente de los empresarios. Elier Ballesteros fue contando los tonos, que se fueron sucediendo con rapidez, cuando el quinto parecía a punto de expirar sonó una voz femenina: "Dígame". No era Pedro García, eso estaba claro, era su mujer, quien recibió la noticia con gran ilusión. Los designios del azar quisieron que la pareja afortunada fuera vitoriana. No obstante, no eran unos viajeros de paso, sino que este matrimonio posee una residencia en la ciudad y viene siempre que tienen posibilidad, sobre todo durante los meses de verano. Ballesteros los convidó a acercarse por la sede de la confederación de empresarios y, ya en claro tono de broma, a gastarse el premio en los comercios locales.

Esta casualidad destaca uno de los núcleos fundamentales de la clientela del comercio: el turismo. Durante la Fiesta de la Vendimia la ciudad ha llegado a reunir hasta 30.000 personas. El nutrido calendario festivo de la ciudad suele ser el escaparate ideal para exponer y dar a conocer los productos estrellas de la ciudad.