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Domingo, puente del Pilar y un tiempo propio de principios de junio. Los astros parecían alinearse para celebrar la XIV edición del Tradicional "Desfile de Carros" engalanados a la antigua usanza, plato fuerte de la Fiesta de la Vendimia y principio del fin de la celebración que conmemora el proceso de la transformación de la uva en vino. Las circunstancias favorables pronto se tradujeron en una concurrencia como ninguna otra festividad local consigue reunir; los coches se agolpaban en cualquier resquicio que encontraban. Tal fue la aglomeración que incluso los arcenes de la carretera de Medina de Rioseco y de la Avenida de Tagarabuena también se vieron invadidos por la ingente cantidad de automóviles que llegaron a la ciudad de Doña Elvira.

Si es verdad que muchos vecinos de los municipios del alfoz (Valdefinjas, Villavendimio, etc) acuden a la capital para participar en el desfile con sus carromatos, lo que podría ser una de las explicaciones para la abundante congregación de personas. No obstante, este año la Concejalía de Festejos había limitado la participación de carros con el fin de mejorar las condiciones logísticas que componen el recorrido de los carruajes; esta edición el número de carretas y carretones superó los cuarenta. Sea como fuere, la realidad es que la práctica totalidad de las rúas toresanas se encontraban repletas de vecinos y visitantes ansiosos por disfrutar e inmortalizar con sus móviles la afamada cabalgata de antiguos rodales.

Durante los prolegómenos del desfile los protagonistas de la fiesta ya dieron rienda suelta a la diversión. Antes ni si quiera de comenzar a azuzar a los pequeños burros, los grupos folclóricos que ocupaban, y animaban, los espacios entre los carros comenzaron a celebrar la mañana con sus danzas y música tradicional. Muchos de los grupos eran originarios de la capital del alfoz, otros tantos acudieron de los distintos pueblos que componen la tierra de Toro.

Los primeros pasos del recorrido comenzaron en la intersección de la plaza de San Francisco con Corredera. Pasado el mediodía y con paso templado comenzó la decimocuarta edición del Tradicional "Desfile de Carros" ataviados con los ropajes de los vendimiadores de inicios del siglo pasado.

Puesta en escena

La meticulosidad exhibida por los participantes en sus prendas y en sus plaustros explica aún más el porqué de la gran acogida que presenta este espectáculo cada año. La verdad es que no faltaba un detalle. Cada carro era diferente al siguiente, aunque todos eran impulsados por tracción animal: preferiblemente asnos y mulas. Unos apostaron por mantener un estilo más ajado, emulando los carros de antaño y priorizando el marrón lacio de los carromatos que se portaban durante las labores de la vendimia; otros, en cambio, decidieron darle una buena capa de pintura a sus volquetes y pasear colores vivos por las principales calles de la ciudad de la colegiata. También en el tamaño hubo una gran diversidad, algunos se servían de un solo animal para completar el recorrido, mientras que otros enganchaban varias mulas en fila como en las calesas o carrozas antiguas de gran tamaño.

Los ropajes también destacaron en la puesta en escena del desfile de la jornada dominical. De una parte tenemos los trajes regionales que lucían los grupos folclóricos de música y baile: medias caladas, manteo, mandil, jubón y pañuelo de tul para las mujeres y medias, calzones y chaquetilla para los hombres. Por otro lado, los trajes de vendimiadores y vendimiadoras completaron el desfile. Aunque esto solo es un resumen de lo mostrado por las decenas de participantes, la muestra de moda tradicional la componen un maremágnum de trajes tradicionales de los distintos municipios del alfoz: sombreros, boinas, faldas de todos los colores, pañuelos, recogidos, pendientes de gran tamaño?

Por supuesto, imposible olvidarse de las viandas. El desfile honra la tradición milenaria de la recolección de la uva y como tal cada uno de los carros está cargado hasta los topes de racimos de uvas tintas y blancas. El fruto de la vid no fue el único alimento encima de los vehículos, también se podían encontrar grandes calabazas, manzanas, maíz y embutidos como el chorizo o el jamón. Muchos de estos comestibles eran repartidos por los miembros de la comitiva, que los portaban en cestas, a los espectadores del desfile: torreznos, uvas e incontables vasos de tinto y mosto fueron compartidos entre vendimiadores y público asistente.

El desfile comenzó en la plaza de San Agustín y finalizó en la Plaza Mayor, donde se entregaron los premios a la mejor cesta y al mejor carro engalanado con los motivos propios de la vendimia. Durante el resto de la jornada, el municipio disfrutó de la clausura de la Fiesta de la Vendimia con las últimas horas del mercado medieval y el espectáculo de fuego nocturno organizado por "Saltinpunkis".