Las palabras de Mariano García tienen un aire mesiánico, los jóvenes bodegueros lo miran como un modelo a imitar y los enólogos más curtidos siempre tienen en buena consideración sus opiniones. Su dilatada carrera en el sector vinícola le concede la autoridad suficiente para hablar de todo aquello que comprende el proceso desde la recolección de la uva, hasta el embotellamiento de su caldo. Este año ha sido designado como pregonero de la Fiesta de la Vendimia de Toro. Mariano se encuentra ligado a la ciudad de Doña Elvira desde que en 1994 comenzara a realizar microvinificaciones con uvas procedentes del alfoz toresano. En 1997 cosechó su primera añada en la Bodega San Román, una de sus empresas vinícolas familiares. Ahora, 20 años después de aquellos primeros caldos de raigambre toresana el veterano bodeguero rememora su relación con Toro y su producto estrella.

-¿Cómo recibe esta designación?

-Es un gran honor y toda una satisfacción. Llegué a Toro hace 20 años y la Denominación de Origen cumple este año 30, me encanta haber sido partícipe de esto durante tanto tiempo.

-¿Cómo definiría su relación con Toro?

-Fenomenal. Debo reconocer que cuando llegué aposté claramente por esta región y por este terruño porque era conocedor del contexto histórico que la zona ostenta en cuestiones de viticultora y vino, era un lugar lleno de potencial para hacer un vino de calidad. Además, debo destacar que la gente de Toro ha sido muy generosa conmigo, su trato ha hecho que me sienta parte de este territorio.

-Usted conoce cómo ha evolucionado la viticultura en las últimas décadas, ¿es el vino una parte esencial para conocer nuestra historia como sociedad?

-Por supuesto, totalmente esencial. Es más, creo que no se ha valorado en su justa medida el potencial histórico de lo que representa la viticultura y los vinos de Toro. En mis viajes y charlas siempre insisto en que el caldo toresano es el tinto de raza por excelencia. Ahora se ha puesto de moda este producto, el vino de raza, y no debemos olvidar que fueron los productos de esta tierra los pioneros en esta cuestión. El vino toresano cuenta con numerosas virtudes: no llegó la filoxera a sus plantaciones y su capacidad para aguantar el paso del tiempo, no estropearse, le hizo ser el vino escogido por Colón para cruzar el Atlántico en la carabela de "La Pinta".

-¿El vino de Castilla y León es sinónimo de excelencia?

-Sin duda. No tenemos nada que envidiar a los grandes vinos de cualquier parte del mundo, sobre todo en lo que a tintos se refiere. Ningún complejo respecto a otros caldos, lo que pasa es que nos falta la historia que sí poseen los productos de Italia o Francia. No olvidemos que en la década de los 50 y los 60 Francia estaba en boga en Europa, tenía la moda, la gastronomía y, también, los vinos; mientras, nosotros estábamos como estábamos aquellos años.

-Ahora la situación ha cambiado.

-Sí, actualmente la preparación en la viticultura, la enología y el tratamiento de los terrenos es óptima, no debemos sentir complejos respecto a los grandes vinos europeos. Quizás en blancos todavía no hemos alcanzado a otras regiones como Borgoña, pero por cuestiones climáticas más que de elaboración. No obstante, poseemos productos muy importantes, como por ejemplo los verdejos.

-Usted será el encargado de pregonar sobre la fiesta de la vendimia ¿cómo recuerda el proceso de la recolección de la uva cuando usted era un niño?

-Hemos experimentado cambios muy importantes en el sector. Comencé a elaborar vinos en la cosecha del 68, por entonces solo había cuatro o cinco bodegas avanzadas, como podría ser la de Vega Sicilia. Fue entre los años 1985 y 1990 cuando se produjo el salto hacía la industria bodeguera moderna.

-Hoy en día la población se concentra en las ciudades, lo que aleja a las nuevas generaciones del campo. ¿Hay que hacer una mayor pedagogía para que las nuevas generaciones no pierdan de vista este proceso tan importante como es la vendimia?

-Sí, es algo fundamental y debemos continuar divulgándolo. Pero es responsabilidad de todos, por un lado las bodegas deben seguir implementando las visitas de colegios a sus instalaciones y, por otro, los medios de comunicación deben continuar informando sobre el sector. Creo que hemos estado un poco huérfanos en los medios de comunicación y en las aulas. No olvidemos el lugar que este producto ocupa en España: somos el primer país en extensión de viñedos, el tercero en producción y, lamentablemente, el décimo tercero en consumo, por detrás de países como Suiza y a la par con Dinamarca.

-¿Es ahora cuando el vino, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, disfruta de mejor salud?

-Sin lugar a dudas. Antaño el vino no se entendía como placer, ni tampoco como arte (como sí ocurre hoy en día), sino que se interpretaba como un alimento más. En España tenemos la suerte de disfrutar de vinos de inmensa calidad a un precio muy asequible. No es así cuando sales al exterior, vinos similares a los nuestros alcanzan precios prohibitivos. ¿Qué nos falta para equipararnos a esos vinos? Publicidad, marca, glamur e historia, sobre todo historia; de momento no podemos competir con la tradición de los grandes Château franceses.

-¿Y cuál es la clave para equiparar el producto nacional con los caldos franceses?

-Seguir haciendo vinos de calidad, pero sin perder nuestra personalidad. Debemos reflejar nuestras raíces, nuestro estilo y lugar de procedencia, porque si intentamos hacer productos siguiendo la moda de ciertos mercados tendremos muy poco recorrido.

-Ha habido muchos avances en el mundo de la enología ¿son mejores los vinos de ahora que los de hace 50 años, por ejemplo?

Por supuesto. Es innegable que ahora se hacen mejores vinos, respetando más el terruño. Además las innovaciones nos permiten realizar vinos ecológicos, caldos para los que la región de Castilla y León es la más indicada. De la misma manera, los avances en el mundo vinícola permiten crear vinos tradicionales sin romper la personalidad del vino.

-Cada año son mayores las exportaciones de las DO. ¿A qué se debe que cada vez se aprecie más el vino patrio en el extranjero?

-Porque estamos haciendo mejores vinos, sencillamente. También nos estamos posicionando mejor, saliendo a los mercados extranjeros y dando a conocer nuestro producto. De la misma manera los consumidores extranjeros se han percatado del estilo propio y la alta calidad de los vinos nacionales. Y se seguirá aumentando las exportaciones, porque estamos en disposición de alcanzar el máximo nivel internacional.

-¿Qué consejos les daría a aquellos que decidan emprender el desafío de montar una bodega?

-Tener las ideas claras, esto es primordial y esencial. Debe conocer el terreno dónde cultivará su viñedo, y debe respetar la personalidad de la tierra y elaborar mercado a partir de esta premisa. Además, los primeros pasos en este mundo deben de ser cortos, con producciones ajustadas y sin grandes alardes.