Honorino Hernández Tejeda es un toresano de pura cepa muy ligado a Monte la Reina donde fue cornetín, aunque también compaginó su trabajo como pintor con su pasión por grabar vídeos o crear carrozas. Por motivos laborales tuvo que trasladarse a vivir a Madrid aunque, en cada cita festiva, regresaba a Toro para grabar sus celebraciones o estampas de gran belleza como el Espolón o el Duero. Con el paso del tiempo ha conseguido reunir un valioso archivo documental integrado por más de 300 películas de Toro.

-¿Cómo surge su afición a grabar con una cámara?

-Cuando tenía 14 o 15 años, me juntaba con mis vecinos de la plaza en la que vivía, hoy plaza Bollos de Hito, y uno de los chavales tenía una cámara de fotos pequeña. Todos juntos nos íbamos al Espolón donde había unos bancos y les colocaba para representar el paso de la Desnudez o el del Azote. Ellos se quedaban muy quietos para que yo hiciera fotos y, después, llevábamos la cámara a casa de un fotógrafo para que nos las revelara. En Madrid tuve la suerte de conocer al hijo de un amigo que trabajaba en Tele Madrid y, cómo conocía mi afición a la fotografía, me animó a que me comprara una cámara y me dio unas clases. A partir de ahí empecé a grabar todas las fiestas porque quería que la gente pudiera tener una película, ya que pocas familias tenían una cámara. Muchos toresanos empezaron a pedirme las películas y yo las regalaba, aunque una vez me atreví a pedirle a una mujer mil pesetas por una película de las fiestas y, cuando tiempo después me vio en la fiesta de la Vendimia, me dijo que Dios me diera mucha salud para grabar muchos más vídeos.

-¿Tuvo que aparcar esta afición cuando se trasladó a Madrid a trabajar?

-Mi oficio era el de pintor y, si me hubiera quedado en Toro, es posible que hubiera fundado una empresa, porque tenía mucha clientela. Además de pintor era rotulista y se me da muy bien dibujar o hacer letras y, creo que por este motivo, en Madrid me contrataron rápido. Me fui a Madrid porque quería ayudar a mi madre, ya que le había quedado una pensión muy baja. Mi padre murió cuando trabajaba en la Azucarera y, el día del entierro, el director le dijo a mi madre que uno de sus hijos entraría a trabajar en la fábrica y, aunque estuve trabajando tres o cuatro años cuando era un chaval en el laboratorio de la Azucarera, cuando acababa la campaña, al primero que despedían era a mí.

-En Madrid, ¿encontró las oportunidades laborales que esperaba?

-Después de trabajar en una empresa de pintura, entré en una de transporte en la que estuve 34 años y, la verdad es que me trataron de maravilla. Tuve que trabajar mucho porque tenía cinco hijas, pero caí enfermo del corazón y el cardiólogo me preguntó si tenía un pueblo al que pudiera irme para respirar bien. Le contesté que era de Toro y se empezó a reír porque era de Coreses. Después de hablar con mi mujer, regresé a Toro en 2004 con toda mi familia, excepto con mi hija mayor porque ya estaba casada.

-¿Cómo fue el regreso a Toro?

-La verdad es que visitaba Toro a menudo. Volvía a todas las fiestas para grabarlas con una cámara que compré. Grababa mil veces el Espolón, el río? no me cansaba. Tendré en casa unas 300 películas todas dedicadas a Toro y a sus fiestas, salvo unas pocas de Madrid del día de Reyes o de la Nochevieja.

-¿Qué momentos de todos los que ha grabado recuerda de forma especial?

-Recuerdo muchos, aunque también he tenido muchas decepciones, pero nunca me han quitado la ilusión por grabar cosas de Toro. Una vez me dijo un alcalde, en una fiesta de la vendimia, que yo hacía más por el pueblo que él. Mis grabaciones llegaron a emitirse en Televisión Zamora y, cuando veía imágenes de Toro que había tomado yo, sentía que, además de hacer algo que me gustaba, estaba aportando algo a mi pueblo.

-¿Cuándo comenzó a archivar las imágenes que ha grabado con su cámara?

-Tengo imágenes de Toro desde 1990. Una vez me dijo un concejal que me gustaba mucho grabar y me ofrecí a que, si por ejemplo, un día había una avería en la Plaza Mayor, le facilitaría una cinta porque grabé cada día de las obras y este documento gráfico podría servir para localizar la avería. También tengo muchas películas de festejos taurinos o de las corridas benéficas.

-¿Tiene pensado qué hará en un futuro con su archivo?

-Mi hija mayor es la que me monta las películas aunque no tenemos muchos medios y supongo que se quedará algún día con el archivo. Otra de mis hijas cuelga en Internet vídeos antiguos que también gustan mucho y creo que tienen su valor.

-¿ Ninguna institución se ha interesado por ese archivo?

-De momento no. Antes regalaba una película de cada fiesta al Ayuntamiento y me dijo un alcalde que el archivo que tengo era importante para la ciudad. Tengo imágenes del antiguo jefe de la Policía en la bodega, de reinas y damas de las fiestas que ya están casadas y con hijos, de cuando demolieron un hotel o de cuando se renovaron algunas calles. También tengo películas de la plaza de toros, cuando daba miedo pasar debajo de los toriles o con hierbas en el coso más altas que yo. Cuando inauguraron la plaza de toros tras la restauración, no me dejaban pasar con la cámara, pero conseguí meterla en la silla de un niño pequeño y pude grabar toda la corrida de toros.

-¿Piensa continuar con esta afición?

-Pienso seguir grabando vídeos de Toro hasta que no pueda con el peso de la cámara y mientras tenga fuerzas.